domingo, 8 de febrero de 2015

Sin poses ni altisonancias



Admiré a Raúl Pomares desde que Tele Rebelde  todavía radicaba en Santiago de Cuba y desde allí junto a Enrique Molina ya empezaba a deleitar a las audiencias con sus personajes recios y de gran calor humano, tuve ecos de su quehacer en el Cabildo Teatral Santiago.
Después seguí admirándolo en la televisión nacional y en el cine por su actuar natural sin poses ni altisonancias, confieso que lo odié al encarnar al bandolero Julio Emilio Carretero de triste recordación en las lomas del Escambray en el filme El hombre de Maisinicú cuando elevó un rol secundario a la categoría de protagónico tal como pasó con Reynaldo Miravalles.
Pero a mi juicio, el rol más sobrecogedor de su carrera fue el de Yayo en la telenovela La otra esquina. En los comentarios hogareños después del espacio o con inoportunas interrupciones al mismo aseguré, con fundamento solo en mi presunción, que “seguramente el director  conociendo la talla descomunal del actor le encargó un papel que descansara solo en la gestualidad y que solo por este papel él merecería el más alto lauro de la actuación en Cuba”, así dije.
Pero leyendo el trabajo Diálogos virtuales desde la otra esquina en la página cultural de Granma que propició  una charla y debate interactivo con los receptores de este audiovisual surge la verdad.
El propio Molina le hizo el homenaje que todos querríamos rendir cuando refirió:   Esta participación  (como Yayo) da la medida de su rigor en el cumplimiento de sus compromisos pues cuando comenzaron los ensayos de la novela enfermó y como no podía hablar por la gravedad de la enfermedad le escribió una nota al director diciendo que si le quitaba  los textos al personaje  y lo dejaba interpretarlo por señas, él se quedaba con el personaje. Así nos queda a todos el grato recuerdo de de haber trabajado con un actor que fue consecuente con la ética profesional hasta sus últimos momentos.” Concluye Molina
Poco me queda por decir después de este juicio, solo considero   gigantescos los  aciertos de Pomares y del director Ernesto Fiallo, también que la vida de Raúl puede resumirse en una frase que es leitmotiv o tópica en mi camarada y fotógrafo Felo Martínez quien al referirse a algo de alto valor  lo compara con la armazón de los grandes árboles así  podría asegurar que Pomares “es tronco de actor  y de hombre”.

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