domingo, 5 de octubre de 2014

Con el sello nuestro


Lo etiquetamos todo, a todo le ponemos nuestro sello aunque un hecho  ocurra o  el lugar de fabricación de un objeto esté junto a la línea del Ecuador, en el Círculo Polar Ártico, los trópicos de Cáncer o Capricornio o pegado a la Antártida.
Ahora son los pantalones de lycra  que si son estampados, floreados o abigarrados los llamamos Suelen en honor a una dudosa heroína de telenovela, encarnada por Isis Valverde y que lo mismo son usados por damas  semejantes físicamente a la actriz, por otras con cuerpo de barquillo, de tubo de crema dental apretado con saña, o  de mochila atiborrada  con apresuramiento, pero todas se sienten   muy elegantes con la prenda.
Hay quienes viajan al exterior y cuando retornan -¡qué bueno que regresan!-  se refieren así a esta cualidad del cubano: “Aquí a todo le ponen nombres de telenovela” y les pasa como al guajiro que fue a la Habana,  al regreso no “sabía” lo que era una guataca pero  al pisarla y recibir  el toletazo en pleno rostro exclamó: “¡Maldito azadón”!
La cuestión va un paso más allá porque  emparentamos lo simpático con nuestras realidades: el serial Gotita de gente nos acercó al vendedor ambulante mexicano denominado merolico, que más tarde devino una versión criolla casi siempre ilegal que vendía  hasta a María Santísima  y si bien en el momento de su  bautizo el termino era peyorativo, con  la aprobación y ordenamiento de las nuevas formas de gestión para trabajadores no estatales el nombre  (no oficial) va adquiriendo un viso de legitimidad.
Esto no es un uso actual, quizás los primeros refrigeradores  fueron General Electric o Frigidaire  (friyider) pero esta marca pegó más y aunque el frío fuera un Servel de luz brillante, un criollísimo Antillano o un asiático Haier siempre habrá una abuela o bisabuela que mande a desconectar el frigidaire al sentir el primer trueno de una tormenta.
Mi propia abuela paterna, tres o cuatro décadas después que los tennis US Keds se habían apoderado del mercado cubano, me instaba a calzarme  los Champions  ya  para entonces   en desuso.
Hoy vemos como todas las zapatillas parecidas a  ese tipo son llamadas Converse sean de la calidad que sean y aunque nunca sus componentes pasaran por la fábrica de marras.
Pero no puedo ocultar mi orgullo porque aquí le demos a todo el gracejo que nos caracteriza y  tan bien resumido en una conocida guaracha  de Reinaldo Hierrezuelo que afirma que por las venas cubanas “corre guarapo, pimienta y sal”.
Si no que lo diga el periodista bayamés  Juan Salvador Guevara quien -medio en broma medio en  serio- afirmaba que los rusos y eslavos en general no podían ser buenos en la pelota porque con  el alfabeto creado por Cirilo y Metodio no podía armarse esta expresión: “Tírale a la buena chico, tírale a la buena”, cuando el bateador estaba en tres y dos, en el noveno inning y el estadio repleto pidiendo jonrón.

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