Lo
etiquetamos todo, a todo le ponemos nuestro sello aunque un hecho ocurra o el lugar de fabricación de un objeto esté
junto a la línea del Ecuador, en el Círculo Polar Ártico, los trópicos de
Cáncer o Capricornio o pegado a la Antártida.
Ahora
son los pantalones de lycra que si son
estampados, floreados o abigarrados los llamamos Suelen en honor a una dudosa
heroína de telenovela, encarnada por Isis Valverde y que lo mismo son usados
por damas semejantes físicamente a la
actriz, por otras con cuerpo de barquillo, de tubo de crema dental apretado con
saña, o de mochila atiborrada con apresuramiento, pero todas se sienten muy
elegantes con la prenda.
Hay
quienes viajan al exterior y cuando retornan -¡qué bueno que regresan!- se refieren así a esta cualidad del cubano:
“Aquí a todo le ponen nombres de telenovela” y les pasa como al guajiro que fue
a la Habana, al regreso no “sabía” lo
que era una guataca pero al pisarla y
recibir el toletazo en pleno rostro
exclamó: “¡Maldito azadón”!
La
cuestión va un paso más allá porque
emparentamos lo simpático con nuestras realidades: el serial Gotita de
gente nos acercó al vendedor ambulante mexicano denominado merolico, que más
tarde devino una versión criolla casi siempre ilegal que vendía hasta a María Santísima y si bien en el momento de su bautizo el termino era peyorativo, con la aprobación y ordenamiento de las nuevas
formas de gestión para trabajadores no estatales el nombre (no oficial) va adquiriendo un viso de
legitimidad.
Esto
no es un uso actual, quizás los primeros refrigeradores fueron General Electric o Frigidaire (friyider) pero esta marca pegó más y aunque
el frío fuera un Servel de luz brillante, un criollísimo Antillano o un
asiático Haier siempre habrá una abuela o bisabuela que mande a desconectar el
frigidaire al sentir el primer trueno de una tormenta.
Mi
propia abuela paterna, tres o cuatro décadas después que los tennis US Keds se
habían apoderado del mercado cubano, me instaba a calzarme los Champions ya para
entonces en desuso.
Hoy
vemos como todas las zapatillas parecidas a ese tipo son llamadas Converse sean de la
calidad que sean y aunque nunca sus componentes pasaran por la fábrica de
marras.
Pero
no puedo ocultar mi orgullo porque aquí le demos a todo el gracejo que
nos caracteriza y tan bien resumido en
una conocida guaracha de Reinaldo
Hierrezuelo que afirma que por las venas cubanas “corre guarapo, pimienta y
sal”.
Si
no que lo diga el periodista bayamés
Juan Salvador Guevara quien -medio en broma medio en serio- afirmaba que los rusos y eslavos en
general no podían ser buenos en la pelota porque con el alfabeto creado por Cirilo y Metodio no
podía armarse esta expresión: “Tírale a la buena chico, tírale a la buena”,
cuando el bateador estaba en tres y dos, en el noveno inning y el estadio
repleto pidiendo jonrón.
No hay comentarios :
Publicar un comentario