domingo, 7 de septiembre de 2014

Sinfonía de color y cuasi movimiento



Bayameses y visitantes quedaron conmovidos este agosto cuando vieron aparecer una estatua de rostro inescrutable en las cercanías del Centro de desarrollo de la Artes visuales.
Bronce viejo degradado a otro más bruñido coloreaban traje y piel de quien con movimientos casi imperceptibles avanzaba hacia la Plaza de la Revolución para, a lo mejor en cualquier ida y vuelta, alcanzar a sus camaradas, y juntos o separados quedar eternizados en los flashes de cámaras digitales,  teléfonos móviles o en el recuerdo de la gente.

¿Quiénes son? ¿De donde vienen? Eran preguntas explícitas o calladas que flotaban en el Paseo General García, pero nadie parecía saberlo hasta que la porfiada indagación condujo a la sede de la Asociación Hermanos Saíz de Santiago de Cuba y a la certeza de que el gestor del proyecto denominado Ojos, que conquistara el favor de los bayameses, es el artista Alcides Carlos González Díaz, conocido como Tití.
A todas luces la agrupación honra su nombre, pues ninguna mirada ignora su desempeño, las siluetas devienen símbolos que el público debe admirar, especialmente en las calles adonde llegan sin pedir permiso.
Cada figura lleva en sí sobriedad o altisonancia, como ese chico de tonos rojos y naranjas que estremeció a una cincuentona un tanto despistada que lo confundió con un quemado y solo atinó a murmurar ¡pobrecito!
Las estatuas forman una vívida sinfonía de color desde el negro de quien remeda una suerte de Güije; el azul deslumbrante, los tonos abigarrados o manos blancas que visten  la semidesnudez  y el estatismo de las damas.
El público respetuoso y admirado queda también inmóvil en la apreciación del tinte inocuo sobre la piel. Los pies,  por lo general descalzos, desafían el pavimento  acrisolado por el sol del mediodía en la lentísima marcha,  que marca el éxito que ganó Ojos, en su visita inicial a la Cuna de la nacionalidad cubana.
Esta modalidad de teatro callejero, con una vasta tradición europea, ya no es exclusiva de la capital del país, gracias a Tití, quien hace siete años dirige este proyecto y hace posible el milagro de las estatuas vivientes en el Oriente de Cuba.

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