El apego de Francisca Díaz Cabrera por las figuras de papel nace de la lectura
de una revista , que ilustraba como convertir trozos inservibles de este
material en verdaderas obras de arte, también al aprovechar las enseñanzas adquiridas previamente por su nuera Lisandra Contreras
Arias y del continuo y provechoso intercambio.
Cuando comenzaron, quizás desconocían que se
adentraban por las sendas del origami o papiroflexia, arte de origen chino-japonés consistente en el
plegado de papel sin usar tijeras ni pegamento para obtener figuras de formas
variadas, muchas de las cuales podrían considerarse como esculturas de papel.
Así doblez a doblez, de las manos de ambas surgen flores con sus jarrones y una
variada gama de animales y frutas.
“Para búcaros y bases comienzo a doblar los
pedacitos como para hacer un barquito, luego los voy ensamblando
sin engrudo, ni pegamento de acetato…En
las flores y animales Lisandra lleva la voz cantante, pero mi sueño es confeccionar un barco de vela
con todos sus componentes”, explica Francisca.
Hay detalles curiosos: doblar el papel y lograr
una consistencia similar a la del crepé, es sencillo, Lisandra no
duda en revelar el procedimiento: “A un tubo de desodorante agujereado, le insertamos un pedazo de alambrón, al final
de este pongo el pétalo o la hoja, lo
aplasto y al halar sale corrugado “,
esto es una innovación de Lisandra, sobre lo que aprendió de un amigo llamado Sassi; ella es
ama de casa y después que realiza las tareas hogareñas ayudada a veces
por Francisca se pone a crear lo que simultanea con la crianza de tres
niños menores de cinco años.
Obras de ambas enriquecieron los fondos artesanales cuando
Bayamo cumplió 500 años de su fundación, “en
las tradicionales enramadas de Jova, del cercano poblado de Mabay mi nuera gestionó una exposición que tuvo
mucho éxito”.
Para sus obras no desprecia nadan: recortes de oficina o dejados
por la guillotina, etiquetas de jabón, de máquinas de afeitar o galleticas, trozos de
nailon, paquetes de refrescos y confituras en general.
Desde pequeña me dediqué a las “labores
propias de mi sexo”, como decían antes, por eso sé coser bordar y lo
trasmito a mi nuera, gracias a ello Lisandra pudo confeccionar sus canastillas por mano propia
.
Hoy Francisca pertenece al cuerpo de vigilancia y
protección, lejos quedan los días en que trabajó en los departamentos de Economía
y de Recursos Humanos en el central Arquímedes Colina, de su natal Mabay… “Ya hace 27 años que custodio los bienes
estatales”, dice.
Lisandra espera que crezcan un poco más sus
pequeños para integrarse a un trabajo en el sector estatal o por cuenta propia;
por lo pronto las dos deben ir pensando
e integrarse a un grupo de creación como el reconocido colectivo Juana Moreno,
de la Ciudad de Bayamo, en busca de un
intercambio aportador y que sirva para la protección de sus obras y para el reconocimiento del
público.
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