En algunos países las escuelas de verano están mayoritariamente destinadas a
estudiantes que no rindieron lo suficiente en la etapa lectiva normal y deben lidiar
con una suerte de recalificación, mientras el resto de sus compañeros
disfrutan del merecido descanso.
Amenazar a los chicos con enviarlos a esos cursos
es una práctica bastante común entre padres y
maestros que no ven a sus retoños y pupilos responder con propiedad a las exigencias del hogar y la
escuela.
Ojo: el cine y otros medios audiovisuales se
encargan de hacer masivas esas intimidaciones,
con un fin claramente didáctico, además del obviamente comercial.
Aunque aquí no sería ocioso mantener en jaque a quienes
se abocan al fracaso escolar, existen múltiples acciones emprendidas por la escuela
cubana, además de los repasadores, para que los educandos venzan las materias
antes de la llegada de los calurosos
meses de julio y agosto.
Otros países, entre ellos Cuba, conciben los cursos de verano como una
herramienta de diversión y educación, por eso como
una modalidad de diversificar el período estival, varias instituciones
granmenses, y por supuesto en toda la
nación, ya imparten algunos de los más de 600 cursos cortos de verano encaminados a ampliar el horizonte cultural
desde diferentes ángulos.
Todos nuestros municipios cuentan con su propio
“módulo” que aun cuando llevan unos
pocos años de fogueo han demostrado plenamente su efectividad.
Unos están dirigidos específicamente a los más jóvenes;
otros se abren hacia el resto de la familia, incluso, algunos, sin distinciones generacionales.
Como indispensable asumimos el de historia local
que permite conocer de modo ameno este pilar consustancial a nuestra nacionalidad y de modo práctico implica de primera instancia una iniciación en la preparación para las
pruebas de ingreso estudiantiles.
Los de manualidades y oficios son sumamente seductores
para adultos y adultos mayores, pero utilizando el más conveniente “gancho”
pueden enamorar a adolescentes y jóvenes, acaso con una perspectiva de futuro.
Pero quizás los más impactantes
en la población novel sean los de
idiomas que cuentan con las lenguas inglesa, francesa y portuguesa que si bien
en la etapa vacacional no completan estudios
si pueden abrir puertas al conocimiento y a instituciones
especializadas.
Escuelas y salas de televisión, como centros de las
principales acciones en la comunidad, irradian el quehacer hacia todos los
barrios, por remotos que algunos parezcan, y como sedes de estas maneras de aprender con encanto
contribuyen a preservar la esencia formativa.
Todo ello, junto a más de un millar de áreas
recreativas fortalecen el verano granmense.
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