domingo, 8 de junio de 2014

Defender la identidad en nombre de la paz


El espacio  fijo de reflexión  En nombre de la paz, promovido por la delegación granmense del  Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos devino algo más que  un eco de la Tercera jornada   mundial de solidaridad con los Cinco y  el llamamiento universal mediante  la red social Tuitter a favor de los tres luchadores aún presos.
Sirvió  para replantearnos más efectivos modos de proceder  cuando  la subversión interna y  foránea pretenden  seguir ganando espacios por  los más sinuosos y engañosos caminos.
Cinco conferencistas demostraron de modo fehaciente viejas apetencias yanquis por apoderarse de Cuba y en general desde la Patagonia al río Bravo, lo oportuno   de enseñanzas y advertencias de nuestro Martí  acerca del vecino poderoso que aún, desde lo arcaico,  esgrime doctrinas  “divinas” que le autorizaron siempre  la anexión de Cuba.
Esas, sin dudarlo  son   las formas primigenias de subversión desde los   albores de nuestra nacionalidad, forjadas,   contradictoriamente, por los   fundadores de la nación norteamericana.
El acercamiento a esa vieja   historia sirve como arsenal para    entender y combatir  mejor   la supuesta superioridad americana e inferioridad criolla, sucios intentos para mellar la identidad nacional.
Por eso tanto las aseveraciones de los ponentes como las intervenciones del público encendían brillantes    luces sobre temas ya conocidos o abrían  brechas a nuevas fases del conocimiento.
Lo propio  sucedió cuando fue evidenciada  la imperiosa necesidad de superarnos al máximo para no caer en las trampas de la ingenuidad, de cómo el enemigo fabrica disidentes y manipula la verdad en torno a la realidad cubana para ir  ablandando la cama para que sus amos duerman el sueño de una Cuba post revolución. Muy rudo  les ha sido el despertar.
También  como   pretende desarmar “el escudo y la espada de la nación”  mediante una maniobra histórica y sostenida de agresión al basamento cultural cubano mediante el culto a la banalidad, la asimilación por artistas locales  de patrones foráneos con desdén absoluto, o casi absoluto por  nuestra riqueza cultural.   
Por eso resalta la pertinencia del llamado a convertir nuestras unidades artísticas en núcleos de resistencia, contra toda   cultura de trapo y lentejuela,  por eso  el imperativo de oponer una  exquisita preparación ideológica, pues en muchos casos  la agresión en el  campo del pensamiento dio paso  a la confrontación militar, asesina de iconos patrimoniales  para suprimir “otras culturas bárbaras”.
Interesantísima resultó la charla, plena de interactividad, del intelectual  Juan Ñanculef, quien delineó el genocidio que contra su pueblo, el  mapuche, perpetraron los españoles primero, y los malos chilenos después y quien  trazó un paralelo entre ello y  lo que pretende   el imperialismo en Cuba: borrar nuestra identidad histórica e incluso lingüística como casi lograron hacer con sus hermanos indígenas.
Lo más valioso de estos encuentros es que propician el acercamiento de nuestros jóvenes a lo mejor del pensamiento humanista  cubano y universal desde los orígenes hasta la actualidad y los  inmunizan contra los virus de la subversión.

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