El espacio fijo de reflexión En nombre de la paz, promovido por la delegación granmense del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos devino algo más que un eco de la Tercera jornada mundial de solidaridad con los Cinco y el llamamiento universal mediante la red social Tuitter a favor de los tres luchadores aún presos.
Sirvió para replantearnos más
efectivos modos de proceder cuando la subversión interna y foránea pretenden seguir ganando espacios por los más sinuosos y engañosos caminos.
Cinco conferencistas demostraron de modo fehaciente viejas apetencias
yanquis por apoderarse de Cuba y en general desde la Patagonia al río Bravo, lo
oportuno de enseñanzas y advertencias de nuestro Martí acerca del vecino poderoso que aún, desde lo
arcaico, esgrime doctrinas “divinas” que le autorizaron siempre la anexión de Cuba.
Esas, sin dudarlo son las
formas primigenias de subversión desde los albores
de nuestra nacionalidad, forjadas, contradictoriamente, por los fundadores de la nación norteamericana.
El acercamiento a esa vieja historia sirve como arsenal para entender y combatir mejor la supuesta superioridad americana e
inferioridad criolla, sucios intentos para mellar la identidad nacional.
Por eso tanto las aseveraciones de los ponentes como las intervenciones
del público encendían brillantes luces sobre
temas ya conocidos o abrían brechas a
nuevas fases del conocimiento.
Lo propio sucedió cuando fue evidenciada
la imperiosa necesidad de superarnos al
máximo para no caer en las trampas de la ingenuidad, de cómo el enemigo fabrica
disidentes y manipula la verdad en torno a la realidad cubana para ir ablandando la cama para que sus amos duerman el
sueño de una Cuba post revolución. Muy rudo les ha sido el despertar.
También como pretende desarmar “el escudo y la espada de la
nación” mediante una maniobra histórica
y sostenida de agresión al basamento cultural cubano mediante el culto a la
banalidad, la asimilación por artistas locales de patrones foráneos con desdén absoluto, o
casi absoluto por nuestra riqueza
cultural.
Por eso resalta la pertinencia del llamado a convertir nuestras unidades
artísticas en núcleos de resistencia, contra toda cultura
de trapo y lentejuela, por eso el imperativo de oponer una exquisita preparación ideológica, pues en
muchos casos la agresión en el campo del pensamiento dio paso a la confrontación militar, asesina de iconos
patrimoniales para suprimir “otras
culturas bárbaras”.
Interesantísima resultó la charla, plena de interactividad, del
intelectual Juan Ñanculef, quien delineó
el genocidio que contra su pueblo, el mapuche, perpetraron los españoles primero, y
los malos chilenos después y quien trazó
un paralelo entre ello y lo que pretende
el imperialismo en Cuba: borrar nuestra
identidad histórica e incluso lingüística como casi lograron hacer con sus
hermanos indígenas.
Lo más valioso de estos encuentros es que propician el acercamiento de
nuestros jóvenes a lo mejor del pensamiento humanista cubano y universal desde los orígenes hasta
la actualidad y los inmunizan contra los
virus de la subversión.
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