domingo, 4 de mayo de 2014

Cuando la música reina

Los vi por la calle, el reflejo de la reciente lluvia no me ocultó que fueran invidentes, nos conocimos en los  bancos de la   Plaza de la  Revolución de Bayamo y ya desde entonces supe que tenían gracia y calidad para regalar.
El dúo de los hermanos   Eddy y Graciano Jiménez, de Guantánamo, tiene  dinamismo, pericia y un humor criollo que traspasa la franela de la camiseta identificativa, Graciano “se vacila”  a sí mismo y Eddy  lo sigue, por momentos parecen de esos  duetos que usan el humor como arma y la música como pretexto, pero en el escenario la verdad es bien diferente.
Las asombrosas demostraciones de guitarra y requinto e incursiones por los caminos del humor, condimentado con changüí, trova, nengón,   kiribá y otros exponentes de la música criolla y universal divierten, emocionan, convidan incluso al baile….
Con un repertorio variado,  Eddy director y autor,  dice que además de interpretar temas de artistas inolvidables como Miguel Matamoros les  gusta  cantar números de su autoría y para él es un placer mostrar el  carné de autor musical.
Se parecen mucho, por eso les preguntan continuamente qué tipo de parentesco tienen y ellos responden musicalmente y con una serie de sinónimos que sirven para dar fuerza a la expresión: “Qué comentario se forma con mi hermano y yo compay, /que dondequiera que vamos la gente tiene que comentar:/ ¿“serán mellizos, serán jimaguas, serán gemelos¿/ ¡qué situación! pero nosotros los llamamos para sacarlos de la confusión/…
 Entre número y número pueden un cuento, un chiste  e interactúan  picante, pero respetuosamente con el público.
Participantes  en ocho festivales nacionales de bolero  de la Asociación Nacional del Ciego siempre han retenido el  título y he aquí la razón.
De una guitarra y un requinto viejos y gastados sacan sonoridades insospechadas, Eddy es un músico sin par, con la guitarra “a la zurda” hace filigranas con la prima al revés y evoco al llanto de mi guitarra de Los Beatles, a un Atahualpa Yupanqui o a un Gil Olvera, el mexicano que en la década de los años 50 del pasado siglo,  hacía hablar a su órgano, como mismo hace Stevie Wonder, porque precisamente eso  Eddy hace con su guitarra.
Y me pregunto ¿por qué nunca habrán llegado a profesionales? Y es una interrogación que dejo abierta  para ver si alguien puede responderla.
Un rato descargando con ellos o viéndolos actuar, es transportarse del Alto Oriente cubano a impalpables regiones donde, no obstante, la música   reina.

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