El dúo de los
hermanos Eddy y Graciano Jiménez, de
Guantánamo, tiene dinamismo, pericia y
un humor criollo que traspasa la franela de la camiseta identificativa,
Graciano “se vacila” a sí mismo y
Eddy lo sigue, por momentos parecen de
esos duetos que usan el humor como arma
y la música como pretexto, pero en el escenario la verdad es bien diferente.
Las asombrosas
demostraciones de guitarra y requinto e incursiones por los caminos del humor,
condimentado con changüí, trova, nengón, kiribá y otros exponentes de la música
criolla y universal divierten, emocionan, convidan incluso al baile….
Con un repertorio
variado, Eddy director y autor, dice que además de interpretar temas de
artistas inolvidables como Miguel Matamoros les
gusta cantar números de su
autoría y para él es un placer mostrar el
carné de autor musical.
Se parecen mucho, por
eso les preguntan continuamente qué tipo de parentesco tienen y ellos responden
musicalmente y con una serie de sinónimos que sirven para dar fuerza a la
expresión: “Qué comentario se forma con mi hermano y yo compay, /que
dondequiera que vamos la gente tiene que comentar:/ ¿“serán mellizos, serán
jimaguas, serán gemelos¿/ ¡qué situación! pero nosotros los llamamos para
sacarlos de la confusión/…
Entre número y número pueden un cuento, un
chiste e interactúan picante, pero respetuosamente con el público.
Participantes en ocho festivales nacionales de bolero de la Asociación Nacional del Ciego siempre
han retenido el título y he aquí la
razón.
De una guitarra y un
requinto viejos y gastados sacan sonoridades insospechadas, Eddy es un músico
sin par, con la guitarra “a la zurda” hace filigranas con la prima al revés y
evoco al llanto de mi guitarra de Los Beatles, a un Atahualpa Yupanqui o a un
Gil Olvera, el mexicano que en la década de los años 50 del pasado siglo, hacía hablar a su órgano, como mismo hace
Stevie Wonder, porque precisamente eso
Eddy hace con su guitarra.
Y me pregunto ¿por qué
nunca habrán llegado a profesionales? Y es una interrogación que dejo
abierta para ver si alguien puede
responderla.
Un rato descargando con
ellos o viéndolos actuar, es transportarse del Alto Oriente cubano a
impalpables regiones donde, no obstante, la música reina.
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