De sus novelas solo me faltan por leer La increíble
y triste historia de la cándida Eréndira
y de su abuela desalmada y Memoria de
mis putas tristes.
Leí Cien
años de soledad en el año 72 por pura casualidad y desde entonces lo he leído y
perdido cuatro veces por la manía que tiene la gente de no devolver los libros.
Algo similar
me sucedió con El amor en los tiempos
del cólera: El Gabo me hizo sufrir junto a Florentino Ariza el amor ¿imposible?
por Fermina Daza…me angustié como si fuera Santiago Nassar el asesinato que “me” empezaron a avisar desde el mismo comienzo
de Crónica de una muerte anunciada que
YO iba a ser asesinado por los hermanos de Ángela Vicario.
Por eso no
fue extraño que mi paso por las aulas universitarias en los cursos de
literatura hispanoamericana fueran para mí lo más amenos y mejor aprovechados de mi
aventura académica.
En cuanto a
no ficción disfruté, aprendí y opiné con Operación Carlota, Crónicas y
reportajes, De viaje por los países socialistas, La aventura de Miguel Littín, clandestino en Chile y
Periodismo militante, pero me sobrecogieron sus crónicas sobre el asesinato de Wilma
Montessi, aquella chica italiana aparecida muerta en la ciudad de Ostia y que
bajo la pluma de El Gabo aparecía cada crónica más actual , más de impacto, más
detectivesca, más lejos de aquellos
escritores de tinta roja, recreadores del morbo y el sensacionalismo.
García Márquez
hace algo que muchos colegas cubanos y extranjeros critican: que la frontera
entre literatura y periodismo se difumine para que el producto final sea
cualitativamente superior
Pero también
he de confesar que disentí de Gabriel cuando me
enteré que en La ciudad mexicana de Zacatecas tan peculiar,
tan defensora del español, propusiera la supresión de los acentos, un distinto uso
para la zeta y la ce, para la ge y la jota, la desaparición de la uve y de la
hache y el exterminio de la cu y la ce.
Por eso coincido
con Federico Sescosse, un ex banquero ferviente velador de que esa urbe repela
los extranjerismos, primero a quien no le hizo ninguna gracia la
propuesta del escritor colombiano. «Eso sería un esfuerzo ingente para no ganar
nada. Sería abandonar el español tradicional que todos conocemos para hacer una
especie de esperanto. Y el esperanto no tuvo éxito porque nadie lo amaba», dijo
Sescosse.
Además ya García Márquez era un consagrado, pero desde que
vivía en Aracataca y después toda su obra ¿no la escribió con todas las letras
del alfabeto? Prefiero pensar que todo fue una broma.
Tampoco río con la idea de porque rompiendo con la
tradicional visión heroica de Bolívar, El Gabo ofrece un retrato del Libertador , muy
humano, eso sí pero acentuando los rasgos que acompañan a su prematura vejez e
incluso habla irrespetuosamente de quien él mismo se confesara ferviente
admirador ¿?
Creo, como
muchos otros que la novela dañaba la
reputación de uno de los personajes históricos más importantes de la región.
Respeto a otros que vieron a El general en su laberinto como un bálsamo
para la cultura latinoamericana y un reto hacia la región para que se
enfrentara a sus problemas.
Con todo,
lamento no poder ver nada nuevo escrito por quien a los 87 años acaso guardara
en su arsenal obras maestras de la literatura americana y universal.
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