Reproduzco este sabroso texto del colega Osviel Castro Medel “que sí está en Venezuela” y desde allí objetivamente analiza la delicada situación que por momentos agravan los extremistas de derecha, algo que no pueden ver en su ceguera los medios de prensa que responden a intereses oligárquicos dentro y fuera del hermano país.
En Venezuela el yo no fui
CARACAS, Venezuela.— El término lleva años de uso en este
país. Dicen que su génesis viene de la IV República, pero a raíz del golpe de
Estado que en 2002 juramentó como presidente por unas horas a Pedro Carmona
Estanga, se ha hecho más conocido.
El «yonofuismo» es el síndrome de lo que llamamos en Cuba
la gatica de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano, que se quita
las culpas con cara de inocencia sin dolerle la conciencia, que muerde a cada
rato y pone semblante de cándido gato.
No se trata de un juego de rimas, sino de algo sumamente
serio y peligroso; es una de las estrategias favoritas de una parte no
desdeñable de la dirigencia opositora, que en nombre de la paz aviva el
fanatismo, incita al odio y promueve el choque no verbal.
Un ejemplo clásico de «yonofuismo» fue el del ex candidato
presidencial perdedor, Henrique Capriles, quien a raíz de los ajustados
resultados de abril de 2013, llamó a descargar la «arrechera» en las calles,
una convocatoria que trajo muertos, asedios, incendios... Claro, después en su
discurso se limitó a decir que «nuestra lucha es pacífica, el Gobierno quiere
muertos».
Hasta el cabecilla del partido Voluntad Popular, Leopoldo
López, preso hoy, dijo «yo no fui» cuando el 12 de febrero de este año
fallecieron los primeros venezolanos a causa de su tristemente célebre
«salida», un golpe de Estado camuflado de manifestación callejera y de aire
estudiantil.
Sobran los casos, pero uno que ha sonado últimamente es el
del alcalde derechista de Chacao, Ramón Muchacho, quien ha estado apoyando las
guarimbas, por detrás, todo el tiempo; aunque, por delante, sus declaraciones
son de concordia, de armonía y de críticas al Gobierno por tanta «represión».
Llegó a decir que no era de su competencia eliminar las
barricadas que obstruían avenidas y calles; pero cuando la Guardia Nacional
hizo el trabajo y despejó la plaza Francia salió comentando que «la
militarización de Altamira no va a resolver el problema».
Hace tres días el presidente, Nicolás Maduro, difundió un
video en el que Muchacho revela a un grupo de partidarios algunos asuntos que
no son precisamente muchachadas. Estas fueron las palabras del alcalde: «Uno
cree que la manera es tocar una cacerola, otro cree que es ir a la plaza con
una bandera, (...) uno cree que es romper los vidrios de un edificio, el otro
cree que hay que hervir aceite para echárselo a no se quién desde la ventana,
cada quien tiene una idea. ¿Cuáles son las que realmente funcionan? ¿Mandamos a
la policía para que se entre a plomo con la Guardia? Me encantaría
complacerlos, saben que a uno cuando está en estos cargos le encanta complacer
a la gente, a mí me encanta complacer todas las peticiones, complazco
peticiones, vivimos en eso».
En ese propio material sentencia que «esta lucha no es pa’
que haya harina pan (...) es mucho más (...) es pa’ que se vaya el Gobierno».
Cuando se propagaron sus expresiones, inmediatamente
ripostó que «el viernes (anteayer) fijaremos posición sobre las
acusaciones en nuestra contra». No hace falta ir a la escuela para saber ya lo
que expuso y que a esta hora circula por los medios con grandes titulares. ¿Qué
pudo haber dicho? Lo mismo que Capriles, que los súbditos de Carmona, lo mismo
que Leopoldo López: «¡Yo no fui!».
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