Cuando a
una familia se le rompe el refrigerador es como si a un pariente cercano le
diera un infarto o comenzara a padecer de “una penosa enfermedad”, como
reflejan eufemísticamente algunos medios
de prensa.
En el
hogar todo se trueca en congoja, el comestible hasta ahora atesorado
debe ser consumido del modo más rápido o ‘molestar’ al vecino so pena de
que el alimento se eche a perder.
Ya
proceder al arreglo es otro cantar y
puede volverse causas y azares como la reconocida creación de Silvio
Rodríguez, de acuerdo con qué pie usted
haya salido de casa, si es con el izquierdo…!por favor!
Si el
equipo es nuevo el apesadumbrado cliente irá a uno de los talleres de
garantía, donde con suerte y de acuerdo
con la envergadura del mal usted
resolver enseguida o hacerlo en unos cuantos días.
Si por el
contrario, el aparato tiene una explotación más o menos prolongada, irá
para el taller correspondiente, en el cual amén de la eficiencia técnica de los
operarios tiene el usuario que correr también con buena fortuna.
En el
primero de los casos si lo atiende un(a) empleado(a) de eso(a)s impersonales le
indicará con frialdad reportarlo y “esperar que los técnicos visiten su
domicilio”, como le pasó al bloguero Ray Rivera.
Pero la
tardanza para la añorada visita puede
extenderse hasta 30 días, aunque también la persona puede añadir que “ahora andan por los municipios”
y allá irá usted a tirarse de los pelos pensando en la carnecita que ya
consiguió para esperar el año nuevo o en los avatares con la leche de su hijo
más pequeño o incluso una medicina cuyo prospecto aconseja almacenar a
determinados grados de temperatura.
Esto no
es hipotético es de la vida real con todos los datos, junto con otros ejemplos.
En el
peor de los casos alguien le dirá tras breve diagnóstico que no hay la pieza,
pero que conoce a alguien que la tiene “propia, particular a muy buen precio” y
le insinúa resolver por la izquierda,
aunque sepa que se la juega porque en esos talleres de servicios hay una lucha
perenne contra dichas manifestaciones de
corrupción.
Pero
también puede suceder que otro (a) empleado(a) de esos con chispa, con deseos
de ayudar al prójimo, al hermano, que no
se cree sentado en ningún trono lo
atienda, lo haga con afecto y entonces usted sabe que acertó.
Ese(a)
otro(a) persona le orientará que si puede lleve allí mismo el equipo,
porque efectivamente hay técnicos fuera, pero quienes quedan
en la retaguardia tratarán de solucionar
el problema.
Esa es la
persona que intentará resolver
poner el ‘frío’ en cuarentena o terapia
intensiva si es preciso, o que viabilizará que la cura sea instantánea, si a
manos viene, para que se lo lleve a casa, pues luchará hasta la saciedad para
que usted pueda lo más pronto posible
almacenar sin susto los alimentos para su familia.
Estos
últimos son quienes prestan con gusto un servicio, conocerlos, recibir sus
orientaciones su ayuda incondicional
constituye un encuentro, lo otro
sería un tropezón.
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