Este 26 de enero tiene un carácter luctuoso pues resume de modo trágico, pero natural, la rica historia
de integridad y crecimiento humanos de
Luis Eliseo Pérez Valera.
Este hombre cumplió misión internacionalista en la República Popular de
Angola y después como licenciado de las Fuerzas Armadas y presidente de la Asociación Cubana de
Limitados Físico Motores (Aclifim) en Granma, escribió con su vida verdaderas páginas de heroísmo, de esa intrepidez cotidiana
para la que hace falta más valor que
para afrontar al enemigo en una guerra.
En tierra angoleña protagonizó cinco caravanas con seis acciones
combativas, hasta que una explosión le
dañó ambas piernas y hubo de ser amputado a sangre fría, en pleno campo de
batalla, pero nada jamás pudo arrancarle el optimismo, ni borrar su sonrisa
casi perenne, ni esas maldades de
jodedor criollo que lo caracterizaban aun cuando los dolores del cáncer lo obligaban
solo a una mueca.
En su enfermedad nunca profirió una
palabra más alta que otra, siempre afirmaba sentirse mejor, ahí también ratificó
su condición de héroe.
Al frente de la Aclifim conservó
el mismo valor que en la línea de fuego africana, a pesar de recaídas
propias de la enfermedad y estar tantos meses encamado.
La realidad corroboró que Luis tuvo una vida plena, tanto en el trabajo,
como en la defensa de sus convicciones… gozó del amor de Victoria, la esposa; de sus dos hijos, una hija y el nieto.
Una de nuestros últimos encuentros
fue el 2 de diciembre último cuando celebraba su cumpleaños 54, a las tres de la
tarde lo había visitado tanta gente que las provisiones se agotaban, por la
ventana vio un nutrido grupo y con expresión pícara me dijo:” Apúrate con el
helado que para ellos no alcanza, solo tendrán
cake y refrescos”.
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