Los coches son consustanciales a Bayamo como mismo lo fueron en su momento los paseos de mujeres y hombres, en sentido inverso, por la Plaza de la Revolución y de los cuales surgieron no pocos romances e incluso matrimonios.
Pero los
coches fueron desterrados del centro histórico urbano a la periferia como una manera más de protección
al patrimonio material e inmaterial atesorado en esa parte de una ciudad que recientemente cumplió medio milenio
de fundada.
No obstante
los bayameses buscaron una alternativa menos agresiva y hace ya décadas
surgieron los cochecitos tirados por chivos (machos cabrío en otras regiones) y
ahora solo los más pequeños pueden circundar montados, pero de la mano firme
del cochero (que va a pie) la plaza que fue llamada de Isabel II y el empuje mambí
convirtió en Plaza de la Revolución en el siglo XIX.
Todos los
atardeceres, bajo la mirada atenta de
los padres, niños bayameses pasean en esos carruajes en miniatura y también en
velocípedos de diversos modos y colores y ya desde edades tempranas van
fomentando la camaradería entre sí o
cuando lo hacen desde las mañanas, con
otros chicos cuyos padres traen desde diversos puntos del Oriente cubano a
disfrutar de las propuestas gastronómicas
y recreativas que Bayamo ofrece a sus visitantes.
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