Clara inteligencia natural, aunada al
olfato y astucia del cazador, hacían temible
para los enemigos de la Revolución, el quehacer del hoy teniente coronel
Abel Pérez.
Este fundador de los Órganos de la
Seguridad del Estado e internacionalista
en Nicaragua, afirma: “Personalmente debía
recorrer todos los municipios de la antigua provincia de Oriente, a pie,
y atender agentes en casi todos estos lugares”.
Evoca que los bandidos más difíciles aquí
fueron los aislados, como Bruno Acuña quien escapó cuando se operó la banda de Valle Galindo, en
Sevilla; en Guisa, Amado Infante Fernández
quien después nucleó un grupo de gente a su alrededor y, entre otras
barbaridades, quemaron cinco escuelas.
Quien también llegara a ser jefe del Buró
de bandas del Departamento de la Seguridad del Estado en la región de Bayamo-
Manzanillo evoca bandas importantes,
como la de Muller Quintana en Santo Domingo, muy cerca de la Comandancia
de Fidel, la de Fernando de Valle
Galindo, y la de Mamacusa.
“Muller fue entrenado por la CIA en
EEUU, con otros secuaces, fue infiltrado
por Tarará, aquí hizo contacto con gente
de Bayamo y Manzanillo, y levantó una
fuerza considerable con una estructura similar a la del Ejército Rebelde.
“Marco Antonio Vázquez pensaba apoyar el entonces inminente
desembarco (Girón), se interna por un
sitio llamado Riíto, en Jiguaní y crea una fuerza de 10 bandoleros, ahí tuvimos la mala suerte de que
nos mataran al agente; eso nos dejó una
enseñanza: el trabajo debe ser muy cuidadoso para preservar mejor
a los agentes, la banda fue operada rápidamente.
“La más agresiva de esta provincia, fue
la de Alfredo Espinosa Mendoza (Mamacusa), oriundo de los alrededores de
Bueycito y ex miembro del Ejército de Batista, quien viene, asimismo de la
capital y trae consigo a Felipe Águila Santos, con experiencia de dos años en El Escambray; en Los Robles, Buey Arriba, coinciden con Ventura Ramírez y forman un
solo grupo.
“Allí cometieron varias fechorías, entre ellas quemar la tienda de San Miguel, asesinar
al miliciano Formelio Garlobo, herir a Inocencio Pérez y robar ropa y
fusiles . Después combatientes del LCB hacen un cerco, Alfredo mató a un compañero, después fue
para Cañabrava y allí lo
capturaron tres milicianos, conducido a Santiago de Cuba, atendieron, sus heridas y después fue
enjuiciado.
La banda de Mamacusa, fue la que nos dio
más trabajo.
“Cuando
fue capturado, del resto de la
fuerza, unos se internaron por acá, otros regresaron a La Habana, desde
aquí organizamos un operativo, marché a la capital con un compañero del Ejército, muy hábil en
esas acciones y cogimos a los seis.
En el Monte de la Pinea, cerca de La Sal, hicimos un cerco organizado
por el Ejército y combatientes del LCB nuestros agentes de la Seguridad se
mantenían por allí, cuando los cercamos
fueron capturados 13, permanecieron Ventura Ramírez y su segundo Arnel Sánchez, natural de allí.
Levantamos el cerco, pues ya llevábamos
varios días, inmediatamente ambos hicieron contacto con un agente nuestro y los arrestamos de inmediato.
“Decir ahora: operamos aquella banda, es fácil, pero
caminar por toda la Sierra era terrible,
por el trabajo que daba andar detrás de esa gente.
En Niquero hubo un solo alzado Aladino
Fonseca, le pusimos un cerco alrededor de su casa, pero no quisimos actuar de
noche, para no herir un niño u otra persona inocente esperamos el amanecer, yo
doy la vuelta para ir por el frente, él hace lo mismo, pero a la inversa,
chocamos en una esquina, y lo apresamos.
“Después, en 1965, hubo un trabajo muy
importante orientado por Raúl y colegiado con el Partido en muchos lugares
para que se discutiera políticamente con todos los rezagados para que se
presentaran, y logramos que algunos lo hicieran.
“Siempre he tenido la preocupación de que
se pierda la historia de la lucha contra bandidos, porque no se escribe nada de
ella”, dice quien es un archivo viviente sobre la lucha que la Revolución se vio obligada a
emprender desde sus inicios para preservar las
transformaciones a favor del pueblo.
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