El nombre de
Gabino Alcolea Gutiérrez es recurrente
entre los miembros de la Asociación de limitados físico-motores (Aclifim) en Río Cauto, en Granma y la presidencia nacional de la organización.
Y eso ocurre
porque siempre la tiende la mano a su prójimo, es una especie de mecenas de la
cultura y porque su ánimo jamás decae, ni siquiera en los momentos más
difíciles.
Quien lo conoce a duras penas puede creer, aunque lo vea, que
se mueva en una silla de ruedas y haya cumplido 64 años de edad, pues derrocha fortaleza física junto, además,
de una bondad y un optimismo que contagian a cualquiera y en especial a sus
asociados.
Cuando
alguien sufre un incidente, con la pérdida de un miembro o se le afecta la capacidad
motora, allí está Gabino (por lejos que
viva la persona) para enseñarle a sacar fuerzas de donde no hay, rediseñar su
vida y marchar hacia delante.
En sus años
mozos era un excelente cortador de caña, pero una tarde de 1967, con solo 19 años, al
regresar a casa, el camión en que
viajaba junto a sus compañeros, rozó un corral de ganado, y perdió las piernas
por la imprudencia de llevarlas colgando.
“Pero he
tenido pocas oportunidades para
entristecerme: ya en ese entonces tenía a mi compañera Melba Núñez Rivero embarazada, ella jamás me rechazó, sino que me
dio todo el amor y apoyo y, además,
otros cuatro hijos, esta es una de las
cosas que me fortalecen.
Cuando aceptó la presidencia de la Aclifim llevó
al municipio de Río Cauto desde el noveno hasta el segundo lugar provincial,
después al primero y tuvo entre otras satisfacciones ser elegido miembro de su consejo
de dirección nacional.
Deportista
de alto rendimiento, poeta decimista, no olvida sus años de cortador de caña y,
como miembro destacado de los comités de defensa de la Revolución ha hecho del trabajo
voluntario un gozoso ejercicio, “incluso me han llevado a un cañaveral y así mismo
desde la silla he tirado mi mochazo y hecho algo útil”, dice Gabino con el
rostro de hombre satisfecho que lo caracteriza.
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