La
compactación de servicios como parte del reordenamiento laboral presente en la
actualización del modelo económico cubano, llegó
también a las montañas de la Sierra Maestra, allí tampoco la vida se detiene y
uno de los ejemplos está referido a las comunicaciones telefónicas y
específicamente a la zona de Providencia,
en el municipio de Bartolomé Masó.
El centro
del asentamiento poblacional está compuesto por dos largas hileras de casas de
mampostería y tejas edificadas a mediados de la década de los años 60, que se
empinan desde la falda de una loma y
casi “chocan” con el macizo; otras viviendas cercan el enclave en un radio
aproximado de cinco kilómetros.
Ese espacio
lo recorre varias veces al día Gloria Tamayo Arias quien por el ejercicio y el atuendo, muy juvenil en 47 años, parece
más una deportista que la mensajera de la cabina telefónica.
Quien permanezca algo más
de una hora en los alrededores del minirestaurante, el portal del taller
de electrodomésticos o la panadería, por ejemplo, la verá pasar innumerablemente de norte a sur, de este a
oeste, de arriba abajo, con las consiguientes viceversas que implican estos
puntos.
“Camino al
día entre 20 y 25 kilómetros porque permanezco en actividad ocho horas y
más”, dice sudorosa pero alegre.
“Ahora hay
una sola cabina telefónica antes había dos… hay quien piensa que esto es
agotador y en realidad lo es, pero me siento muy bien porque me ha gustado trabajar toda la vida y no ganar un salario con los
brazos cruzados.
“Antes tenía
un trabajo similar llevando almuerzos y comidas a los ancianos beneficiados por la
Asistencia Social, mucho antes trabajé
en la agricultura especialmente en el café, ahora me canso un poquito más, pero
me siento muy útil y así lo aprecian también
mis vecinos y clientes.
“Dos hijos
ya casados… y mi esposo me apoyan mucho, de lo contrario no podría hacer esta
labor de servicio social.
“Yo le llevo
el mensaje por un precio módico, usted me lo paga y yo lo anoto como medio de
control”, explica a la carrera porque tiene que ´llegarse´ a Boca del Salto,
distante unos cuatro kilómetros.
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