domingo, 23 de junio de 2013

Las madrugadas de San Juan

En mi niñez, las madrugadas de San Juan tenían un toque mágico, porque nos levantábamos muy oscuro y desde la casa de mis abuelos todos los primos bajábamos a las riberas del río Buey, y años después, del Bayamo para darnos un chapuzón interminable.

Ese día era una fiesta para las familias cubanas, en el ambiente fluvial había comidas preparadas expresamente para los bañistas o guisadas directamente junto a los ríos para mitigar el apetito insaciable de aquellos.

Algunos viejos decían en broma o aferrados a la tradición (la cristiana sustituía a las paganas) que el agua del 24 de junio servía para fortalecer y conservar la juventud, y luego después de estas fiestas y meriendas en plena campiña, la alegría y el entusiasmo del momento.

El 24 de junio es asumido de forma diferente en distintas ciudades cubanas, pero tiene en común que muchos pobladores van muy temprano en la mañana a ríos y arroyos para disfrutar de sus aguas, “se consideraba momento de sortilegio y adivinaciones: con huevos, agua, árboles y otros elementos de la naturaleza; el fuego como constante secreta para limpiar el ambiente”, según explican las enciclopedias Wikipedia y Ecured.

Mitos antiguos y hermosos textos aluden a este día como el del español Aurelio del Llano, quien expresó: "La mañana de San Juan es la más poética del año. Es la mañana clásica del folklore en que ocurren cosas maravillosas. Baila el sol. Los cuélebres (dragones) pierden su poder mágico…

“Las damas encantadas salen de las cuevas y de las fuentes a peinar sus cabellos con peines de oro y a ofrecer sus riquezas al quien sepa y tenga valor para desencantarlas. De las peñas y los manantiales brotan joyas preciosas.

“Y aparecen gallinas con pollos de oro picoteando las flores silvestres. ¡Y todas estas maravillas desaparecen antes que lleguen a ellas los rayinos del sol naciente!".

Infinidades de testimonios se encuentran en los países americanos pues los españoles asentados en estas tierras incorporaron sus cantares a las costumbres de las familias nacidas aquí.
Prácticas mezcladas al transcurrir de los años con las de los cabildos negros; por supuesto, nosotros somos parte de ese “ajiaco cultural” al decir de Don Fernando Ortiz y todo su encanto se fusiona hoy en cultura popular.

Para mí en específico el día de San Juan ya no es alegre desde hace 24 años: ese día nació mi único sobrino aquejado de un mal incurable y fallecido poco después, una curandera mandó a llenar una botella cuando cumplió un año y darle sorbos en ocasiones para mejorar su estado, el chico no sobrevivió, pero respondiendo a los misterios de San Juan el agua no se corrompía.

Con todo, mañana 24 muchas familias bayamesas y de otras partes de Cuba acudirán a ríos y arroyos en el renacer de una tradición casi extinguida.

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