domingo, 14 de octubre de 2012

Dado Medina

Los muchachos del barrio bayamés de San Juan recuerdan a Diosdado Medina como un eterno enamorado del béisbol, quien ya frisando los 50 años, corría como los directores de equipos de esa disciplina cuando van a llevar un mensaje al box, Dado lo hacía, empero, con un alarde distintivo.

En el barrio casi siempre andaba descalzo, por lo que sus pasos tenían la sordina capaz de sorprender a cualquiera y casi todos los vecinos antiguos lo recuerdan regando con una manguera, o dos empatadas, la polvorienta calle de Manuel del Socorro hasta que después de mediados del siglo pasado el polvo o fango se trocaron en asfalto que también remojaba de modo cotidiano.

Las trasmisiones radiales de entonces ensalzaban las aventuras de equipos aficionados como los Cabilleros de la Construcción o Los muchachos de la Gauchada (patrocinados por la ferretería Landrove)pero Dado respondía a los Rifleros de Dado Medina, su team como antes se decía, y ahora algunos comentaristas y aficionados retoman.

El lugar del encuentro era un campo de pelota aledaño al puente elevado sobre la Carretera Central y perpendicular a la línea ferroviaria al que locutores y aficionados llamaban Elevados Park.

Si algo teníamos que agradecer los muchachos del entonces suburbio a Dado Medina es que de tarde en tarde cargara con una retahila de nosotros, para “enseñarnos los secretos de la pelota” sobre el césped irregular.

Yo tengo un recuerdo particular: estudiaba a la sazón en la secundaria José Antonio Saco contigua al río Bayamo y muchas veces los compañeros de aula nos asomábamos peligrosamente a los barrancos para ver truchas, biajacas (entonces no había tilapias) y también los patos de Florida junto a otras aves que en invierno migraban desde el Norte.

Un día, Dado me divisó en la ribera y ni corto ni perezoso le dijo a la Vieja:” Concha, Luisito andaba por entre esos barrancos y allí los charcos tienen más de 20 pies de profundidad”.

El castigo no se hizo esperar
-Dado me dio las quejas y hasta que se me olvide estarás en calzoncillos desde que llegues de la escuela -resumía Mamá en 20 palabras mi indefinida privación de libertad – y puntualizó:” ¡Y cuidaíto con mirarlo mal”!

Por eso prefiero evocar a Dado como pelotero.

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