domingo, 18 de diciembre de 2011

Alfabetizador alfabetizado

Con solo 11 años, los viejos no me permitieron irme a alfabetizar al monte, por eso me perdí aquel emocionante viaje en tren a La Habana, la novedad de estar en Varadero y , en parte, el triunfo inmenso cuando Cuba se declaró Libre de analfabetismo.

Pero no desistí:un día caminé hasta la Junta municipal de Educación en Bayamo y, como ya tenía quien me asesorara, pedí la planilla, formalicé mi inscripción como alfabetizador, aunque no de la añorada brigada Conrado Benítez.

Fue mi mentora una experimentada maestra, María López Ferrán, quien me mostró como debía enlazar las letras para formar palabras y ¡enseñar!

Esa misma noche partí a la casa de mi alumna, Teresa Rojas, muy inteligente y que se bebía la cartilla, pues cuando la visitaba ya ella había hecho algo por su cuenta y adelantábamos mucho el trabajo.

Recuerdo que siempre me esperaba con una golosina porque a esa edad era yo “una vara de tumbar gatos”, como se le dice por esta zona a la gente flacucha y tenía hambre a toda hora.

Pero la sorpresa me la dio ella, llegó el momento en que tuve que enseñarle cuentas, volví con la mentora, pero cuando intentaba explicárselas a mi pupila, notaba que ella sin quere herirme, sin apenas saber descifrar la caligrafía de los números era una espada y me aclaraba las ideas, no había misterio: ella tuvo que luchar con los números a “la mente” y no había quien la engañara en ningún negocio.

Entonces ella me alfabetizó a mí, me enseñó a razonar mejor, a explorar qué vías podía emplear para llegar a una solución.

Yo también fui alfabetizado y lo fue mi primo Bartolo, y tantos miles de jóvenes que se adiestraron a vivir la vida en el campo, a ser útiles, a desterrar acomodamientos y ñoñerías para ser cada día mejores.

Por eso esa gran hazaña que fue declarar en un año a un país libre de analfabetismo también preparó mejor a aquellos incipientes letrados que compartieron su suerte con sus alumnos estableciendo un lazo indiscoluble.

Claro, Teresa envió como todos su carta a Fidel en la que explicaba como había sido su proceso de aprendizaje.

Yo, por mi parte, no pude enviarla aunque me hubiera gustado testimoniarle cuanto aprendí, de números, con ella.

No hay comentarios :