viernes, 9 de septiembre de 2011

Pervives, Pepe Carbonell


La muerte vuelve a jugarnos una mala pasada: la madrugada del jueves último se estrenó con la amarga noticia del deceso de un grande, José Carbonell Alard.

Nacido en Manzanillo y establecido tempranamente en Bayamo, donde formó amorosa familia, este incansable investigador de la saga de la ciudad Monumento Nacional y defensor a ultranza de los valores patrimoniales es uno de los mejores ejemplos de ciudadano granmense.

Durante largos años dirigió el Archivo Histórico de Granma, asentado en Bayamo, pero su estancia no se limitó al estudio estéril o egoísta sino que bebió de la savia allí atesorada para dar a la posteridad un vívido reflejo, en sabrosas crónicas, de las memorias de “tiempos idos”.

Entre los reconocimientos a este combatiente de la Lucha Clandestina figuran los premios al Mérito Literario José Joaquín Palma, el premio Bayamo, el honorífico de Historia José Maceo Verdecia y “Joaquín Llaverías” también de esa disciplina.

Personalidad de la cultura desde 1999, miembro Honorífico de la Unión de Historiadores de Cuba y fundador en el territorio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba es también fundador y colaborador asiduo de este semanario desde donde retrató fielmente a su ciudad.

Su sección Con el polvo del Archivo sobrevivió a pesar de estrecheces editoriales y hoy resurge cada mes en una reedición dedicada a que los jóvenes conozcan las raíces fundacionales.

Fueron 89 años de vida fecunda los de Carbonell, de dar más que recibir, aun privado de la vista siguió percibiendo con el corazón, aportando en un trabajo de búsqueda historiográfica intenso.

Sirvan estas líneas presurosas como justo reconocimiento a la destacada trayectoria intelectual del investigador, periodista y promotor cultural, para quien, todavía revive y preserva lo autóctono, lo nacional, lo nuestro.

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