domingo, 3 de abril de 2011

Lecciones desde la humildad



La escuché dirigir su orquesta en vivo por primera vez un 8 de noviembre en el pórtico de la entonces Iglesia Mayor, hoy Catedral, cuando Bayamo conmemoraba la interpretación del Himno patrio por seis mujeres negras y seis blancas.

La había visto dirigir los preparativos unas dos horas antes, vestida muy informalmente, dando órdenes pero aun así quedé atrapado entre la música y la voz cálida y elocuente de Zenaida Castro Romeu.

Y aunque sigo por televisión u otro soporte audiovisual cualquier actuación de la Camerata, mentiría al afirmar que veo Otros Tiempos cada semana porque, a decir verdad a veces la propuesta de los invitados no me atrae como debiera, pero siempre bebo con fruición la palabra docta sin pedantería, la pregunta retórica exacta para guiar la charla. Las lecciones desde la humildad.

Siempre me debato entre la comunicadora o la Zenaida de extraordinarias dotes musicales, impregnadas ambas de una savia cubanísima con un fijador que no cree en cuentos.

Por eso la sentí tan sincera en su emoción por estar de nuevo en Bayamo en esta tierra de hermanos, donde por segunda vez tocó con alumnos de la escuela de Arte Manuel Muñoz y con un profesor, valga la aclaración.

Al hacerlo se asimila, no condesciende, desde la grandeza de su calidad hace grandes a otros.
Desde que la conjunto preludia el escenario toma otra luz lejos de reflectores y spot lights, el ambiente se inflama porque esa veintena de muchachas, incluyendo a Zenaida saben acariciar y educar oídos e intelecto.

Ella tiene el don de la palabra y trasmite, junto a ellas y como pocos el lenguaje de la música.

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