miércoles, 22 de septiembre de 2010

Mis primeros alumnos (I) El primer turno de clases

Mis primeros alumnos tienen para mí el don del recuerdo perenne, a tal punto que la evocación roza a veces el límite de la realidad.
Eran cerca de 130 estudiantes de octavo grado en la Secundaria Básica Luis Ramírez López, de Bayamo y con mi memoria fresquísima de casi adolescente –antes a los 20 uno casi lo era- aprendí de memoria sus nombres y direcciones completos.
Atendía solo tres grupos de estudiantes. Mi primer turno de clases fue en el grupo A; cuando llegué nadie pareció reparar en mi presencia, unos jóvenes transitaban por el aula, dos o tres permanecían sobre las mesas…
¡Fuiiiiiiiiiiiiiii!
Así, me sorprendí a mí mismo chiflando como un carretero, pero el efecto fue mágico, los chicos pensaron que el profesor se había vuelto loco, pero me dispensaron la mayor atención desde entonces.
El grupo B era de gente tranquila y desde el primer día tuve en Hernán, el amigo incondicional, y caso extraño, sin traicionar a sus compañeros, allí había un alumno que sobrepasaba mi edad, Carlos, pero también era de los más serios y aplicados y después conocí que siguió mis pasos en la docencia.
Al grupo C catalogado como la retama, como el más conflictivo, lo conquisté con ¡poesía!: llevaba siempre conmigo un ejemplar de una antología con textos de José Ángel Buesa, Hilarión Cabrisas y otros poetas cubanos y españoles y otro de Poesía de amor hispanoamericana “si se portan bien les leo algún poema”… ese fue el antídoto y desde entonces el C el mejor grupo con los demás pugnando por alcanzarlo…
Mis primeros alumnos podrían clasificarse entre los que se fueron y los que se quedaron pero me resisto a tal división, porque si tengo un mérito es el haberles inculcado el amor por su Patria y al menos los que me escriben por las redes sociales siguen apegados a eso…
Tuve muchos otros discípulos en mis 19 años de ejercicio, quizás algunos mejores que aquellos, pero mis primeros alumnos tienen el entrañable privilegio de marcar mi mayoría de edad y mi paso a la vida profesional.
Vendrán otras evocaciones y en ellas contaré historias personalizadas de aquellos entrañables adolescentes.

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