lunes, 15 de marzo de 2010

El minutero de mi ciudad

Revisando papeles viejos a propósito de que el reportero manzanillero Ramón Sánchez Parra obtuviera el premio Rubén Castillo Ramos por la obra de toda la vida encontré esta sabrosa crónica… que refleja una de las tradiciones que en muchas ocasiones se han perdido de nuestras plazas públicas.
Más de una vez he visto la escena y escuchado la frase: “ ¡Oiga, amigo, tíreme una foto que quiero llevarme un recuerdo de la hermosa glorieta manzanillera!”...El fotógrafo, septuagenario y muy cortés y sonriente responde:” ¡ Cómo no, usted verá qué foto le vamos a tomar!”...
Este “legendario” personaje visto muchas veces en parques y otros sitios de nuestras ciudades y pueblos es el fotógrafo minutero, quien senos antoja una suerte de mago al verlo tirar las instantáneas e introducir la mano por la manga de tela y manipular en las entrañas de su máquina de madera y montada sobre un trípode.
Transcurre breve lapso y ¡zas!...tiene ya la foto en la cual aparece el símbolo arquitectónico por excelencia de los manzanilleros: la glorieta morisca que centra el principal parque Céspedes...
El fotógrafo minutero de mi ciudad, Dionisio Rivera, hace mucho que vino de un lugar cercano a Manzanillo, donde, dice, cortó mucha caña y luego fue dirigente sindical en un ingenio azucarero. Más tarde se estableció en la ciudad del Golfo con su tomavistas, especie de prodigio de producción semiartesanal.
“Aunque a muchos le parezca lo contrario, esta cámara no guarda misterio alguno... con ella me encanta retratar a la gente y a la coqueta glorieta, a la cual amo tanto como cualquier manzanillero, porque también ella me ayuda económicamente”, dice este hombre sabedor de entablar rápidamente amena conversación.
“Esta cámara –insiste- hay que aprender a manejarla bien, pues en la práctica constituye estudio y laboratorio fotográfico, que en la fotografía normal marchan separados, en espacios más o menos grandes.
“¿Cómo logramos las fotos?, muy sencillamente: con el lente de una cámara de la década de los años 30 que tiene al frente este aparato tiramos la foto, luego con el negativo-positivo en dos recipientes dentro de la cámara, uno con revelador y el otro con fijador, damos terminado a la foto. Fíjese, en el laboratorio se necesitan luces de seguridad y aquí no”, aclara.
QUÉ ¿SE EMBULLAN?
Una pareja se aproxima a Dionisio, ambos miran atentamente la pequeña galería que al costado del equipo exhibe como muestra “¿Se embullan? pregunta...luego de concertar el precio exigen cordialmente que resalte la glorieta en el retrato. Luego el fotógrafo deja aprehendida para el recuerdo la magia del momento.
El fotógrafo “al minuto” de cuyo relevo Dionisio se preocupa, es un ente importante para mantener viva una tradición hermosa y necesaria.

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