domingo, 13 de diciembre de 2009

“Las barreras están dentro de uno mismo”



La historia de esta cubanita es harto elocuente.

La oscuridad la aguardaba agazapada para sorprenderla en cualquier recodo del camino, pero ella, inadvertida jugueteaba con sus compañeros y aprendía en la escuela primaria de Montecarlo en Barrancas, cerca de Bayamo, la capital de Granma.

El padecimiento de glaucoma, demasiado agresiva le quitó la luz “me pareció casi de un soplo” justo cuando sus amiguitas de séptimo grado jugaban a enamorarse o lo hacían de veras…

Tres años casi de aislamiento total “por los complejos que una siente” atenazaban la garganta de Yenni Figueredo Pérez y le impedían el trato con sus coetáneos, pero allí estaban su mamá Marisela Pérez y su hermana Ariannis para darle todo el ánimo del mundo y que pudiera retomar los estudios.

El camino fue abrupto, pero la escuela Mártires de Pino Tres le servía de albergue y fue como un remanso, mientras estudiaba en la unidades cinco y siete del Caney de las Mercedes, en Bartolomé Masó. La etapa preuniversitaria transcurrió en la unidad 1 Osvaldo Herrera, en esa misma ciudad escolar Camilo Cienfuegos, al pie de la Sierra Maestra.

Después de los tres años reglamentarios la Carrera, primero en la Universidad de Granma y más tarde en la de Oriente donde se recibió como abogada siempre en aulas generales que ella llama normales “allí, no lo niego, pasé momentos difíciles”.

“Desde mi graduación me ubicaron en la Dirección municipal de Justicia de Bayamo, donde ejerzo como consultora jurídica para la unidad municipal de apoyo a la actividad cultural.

“Una siente temor de cómo puedan recibirla, pero aquí no tuve dificultades: me acogieron como lo que soy: una licenciada en derecho, mi discapacidad no fue impedimento, siempre que un discapacitado demuestre su valía no puede considerársele incompetente.

Aquí todos me han apoyado desde Paulino Pérez, el director de la Consultoría, la técnica jurídica con la cual trabajo… en fin encontré nueva familia en este colectivo. Yenni es la vicepresidenta de la Asociación Nacional del Ciego (ANCI) en Bayamo, miembro de la comisión jurídica provincial y reserva del actual presidente de esa organización social.

“A veces viajo a Barrancas, sola o acompañada, en coche, en botella (haciendo autostop) llego hasta los puntos de transportación masiva en la carretera de Manzanillo, allí me priorizan así voy y vengo al rincón natal; cuando viajo hacia mi centro de trabajo madrugo bastante para estar puntualmente donde me esperan”, dice.

Esta marcada por la integralidad: es monologuista en el grupo aficionado de teatro Luz de sueños, integrado por ciegos y débiles visuales, también practica judo, atletismo y en el dominó es campeona junto a Nelsa Solano de la zonal oriental de la ANCI y activa participante en la copa Granma.

Su esposo Loannis Oliva la considera muy cariñosa pero “algo dominante” por eso debe ir sobrellevándola, siempre dispuesto a complacerla.

Yenni entristece al recordar las anécdotas del abuelo quien le describía a los ciegos detrás de una alcancía rogando por centavos en la década de los años 50 del pasado siglo; hoy por suerte no es así: las oportunidades son parejas.

Yennis no conoce barreras, pues no llegado aún la que no pueda traspasar, cree en la voluntad como el motor que permite retomar un camino y alcanzar el éxito.

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