La oscuridad la aguardaba agazapada para sorprenderla en cualquier recodo del camino, pero ella, inadvertida jugueteaba con sus compañeros y aprendía en la escuela primaria de Montecarlo en Barrancas, cerca de Bayamo, la capital de Granma.
El padecimiento de glaucoma, demasiado agresiva le quitó la luz “me pareció casi de un soplo” justo cuando sus amiguitas de séptimo grado jugaban a enamorarse o lo hacían de veras…
Tres años casi de aislamiento total “por los complejos que una siente” atenazaban la garganta de Yenni Figueredo Pérez y le impedían el trato con sus coetáneos, pero allí estaban su mamá Marisela Pérez y su hermana Ariannis para darle todo el ánimo del mundo y que pudiera retomar los estudios.
El camino fue abrupto, pero la escuela Mártires de Pino Tres le servía de albergue y fue como un remanso, mientras estudiaba en la unidades cinco y siete del Caney de las Mercedes, en Bartolomé Masó. La etapa preuniversitaria transcurrió en la unidad 1 Osvaldo Herrera, en esa misma ciudad escolar Camilo Cienfuegos, al pie de
Después de los tres años reglamentarios
“Desde mi graduación me ubicaron en
“Una siente temor de cómo puedan recibirla, pero aquí no tuve dificultades: me acogieron como lo que soy: una licenciada en derecho, mi discapacidad no fue impedimento, siempre que un discapacitado demuestre su valía no puede considerársele incompetente.
Aquí todos me han apoyado desde Paulino Pérez, el director de
“A veces viajo a Barrancas, sola o acompañada, en coche, en botella (haciendo autostop) llego hasta los puntos de transportación masiva en la carretera de Manzanillo, allí me priorizan así voy y vengo al rincón natal; cuando viajo hacia mi centro de trabajo madrugo bastante para estar puntualmente donde me esperan”, dice.
Esta marcada por la integralidad: es monologuista en el grupo aficionado de teatro Luz de sueños, integrado por ciegos y débiles visuales, también practica judo, atletismo y en el dominó es campeona junto a Nelsa Solano de la zonal oriental de
Su esposo Loannis Oliva la considera muy cariñosa pero “algo dominante” por eso debe ir sobrellevándola, siempre dispuesto a complacerla.
Yenni entristece al recordar las anécdotas del abuelo quien le describía a los ciegos detrás de una alcancía rogando por centavos en la década de los años 50 del pasado siglo; hoy por suerte no es así: las oportunidades son parejas.
Yennis no conoce barreras, pues no llegado aún la que no pueda traspasar, cree en la voluntad como el motor que permite retomar un camino y alcanzar el éxito.
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