jueves, 11 de junio de 2009

Cosechando por encima de las cumbres


Con 52 años bien cumplidos, Ángel González Daujeri es capaz de “limpiar” 24 palmas en algo más de media jornada. El difícil ascenso por el tronco liso es para el tan fácil y habitual como “cuando uno se levanta viste, calza, asea y desayuna: algo normal y acostumbrado, dice”.
Pero en realidad no resulta así:

Ese quehacer requiere predisposiciones especiales como tocar un instrumento musical, edificar muros con desafío a la verticalidad o armar el rompecabezas que presupone un equipo descompuesto…

También coraje como los pilotos de prueba, inmersionistas, esquiadores… porque el desmochador deviene alpinista tropical que también practica su “deporte” al límite de las posibilidades humanas y a la par, y no con menos importancia, aporta alimentos.

Eso hace Ángel al proveer del más legítimo manjar (el palmiche) a los cerdos de la Cooperativa de Producción Agropecuaria Abel Santamaría, asentada en los altibajos de Arroyón de Guamá, en la serranía de Guisa, otra parte del fruto va hacia la Empresa de Acopio.

Él no está solo pues cuenta con un ayudante inestimable: el joven Reynaldo Mora Sánchez, cordelero, quien vela por el estado óptimo de las sogas, de ello depende la integridad de Ángel, y con los racimos de palmiche ya en el suelo, es el encargado de desatarlos y recolectarlos.

A Ángel la intrepidez le fue sedimentando desde pequeño, al ver a sus mayores realizar el temerario oficio, pero a los 14 años cuando todavía le clareaba el bozo se trepó a una palma “y ya no quiero otro trabajo”, afirma.

Aunque su labor no le permite entretenerse y muchas veces cosecha por encima de las cumbres, entonces una mirada de soslayo hacia llanuras y valles le permite comprobar que en correspondencia con lo productivo de su ejercicio de altura está la belleza del paisaje serrano.

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