miércoles, 3 de diciembre de 2008

El padre de los ganaderos


En susurros o a viva voz los más viejos vecinos de El Descanso afirman que el dueño de la finca Guajacal nació prácticamente debajo de una vaca en alusión al grueso calibre de su estirpe ganadera.

La propiedad está enclavada al borde del territorio yarense, aunque de muchos modos pertenece a Manzanillo; se accede a ella desde la ciudad costera por un puente aéreo comunicante entre ambos municipios cruzando el río Jibacoa, ora convertido en arroyo ora en torrente. Difuminados por la distancia se revelan los cerros de Bartolomé Masó.

Allí reside el mejor productor de leche de Granma, Gabriel Isaías Calvelo Acosta quien acaba de hacer añicos su pronóstico de entregar 95 mil litros: paladeó llegar a los 100 mil y aspira sobrepasarlos en honor del aniversario 50 del triunfo de Enero.

“Eso me halaga, pero quisiera ser aventajado por mis colegas para que el líquido fuera más abundante” dice con la picardía hecha sonrisa.

“Calvelito” mantiene 238 cabezas de ganado (de las cuales 70 vacas en ordeño totalizan una verdadera riada del alimento) en cinco caballerías de pastizales muy limpios pues allí está prohibido el marabú o cualquier mala hierba, lleva 16 años como mejor productor y llegó a ser el mejor criador del país, todo eso me motiva para incrementar masa y rendimientos”.

El acopio es puntual pues a veces deben apurarse porque los presiona, han llegado a sacar 326 litros en un día, la satisfacción les llega no sólo por la remuneración económica “que no es despreciable sino por saberme útil a niños, ancianos, enfermos al entregar 125 litros a la bodega… antes de aportar a la industria la leche vendíamos directamente a la población a precio normal (25 centavos) por lo que esa modalidad no es nueva para mí.

“Cualquiera que tenga una necesidad puede llegar aquí, lo mismo para un velorio, una visita de improviso o lo que sea”… dice una vecina.

En tiempos de máxima sequía cuida la masa como si fuera en primavera y la mantiene en tratamiento integral con buena aguada y cuidado exquisito enfatizando en sus 20 mejores hembras, pero sin detrimento del ganado viejo o enfermo; también lo apasiona el cruzamiento de razas para buscar rendimientos óptimos y busca los ejemplares donde pueda encontrarlos.

En un arcaico (pero no empolvado) libro de contabilidad tiene cifras registradas desde sus inicios como vaquero hasta la víspera. Por eso puede citar sin equivocarse las cantidades de los inicios o los últimos meses.

“Con mi aporte le ahorro al país 35 mil dólares pues la tonelada de leche en polvo cuesta de cinco mil a cinco mil 200 dólares, evito la importación de 10 toneladas en polvo, pero si calculamos a 40 mil fresca por año en 16 cosechas son 640 mil… dice con sencillez tal que desde su punto de vista le extirpa el sentido a la hazaña.

Rosa Mariño Espinosa, su esposa, y él tienen una forma inusitada de trasladar la leche para el acopio: mediante un cable de acero lanzan las lecheras sobre el Jibacoa hacia el lado manzanillero en una práctica que burla las crecidas…

Considera un desliz un hecho del pasado:“ Mi padre y yo nos hicimos arroceros durante pocos años, pero en 1970 volvimos a la ganadería, porque los Calvelo son los mejores productores de leche y no solo por lo económico sino por el sentido de pertenencia… ahora estoy en la punta y la perspectiva es seguir mientras me quede un aliento: gracias a mi apoyo el país no tiene que invertir un centavo para alimentar a muchos niños , en eso radica mi mayor satisfacción: cumplir compromisos y brindarle al prójimo lo que puedo: leche y carne…


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