Pepito el Burro está decepcionado, peor aún, se siente traicionado, abandonado, pues a principios de marzo, aplaudió con delirio ¿el tema? Patria y Vida de Descemer Bueno, Yo- Tu- El y Gente de zona.
Es oportuno destacar que, a Pepi, le encanta el idioma inglés, no lo habla ni lo entiende, pero lo ama; por eso un jodedor lo bautizó como Joey the Donkey y él lo aceptó de buena gana hasta que supo el significado de la frase (Pepito el Burro) y ahora se encabrona o entristece cuando se lo dicen.
La culpa es suya
y solo suya al no aprovechar las oportunidades que el Ministerio de Educación
ha ofrecido a los cubanos en materia de superación; él malamente llegó al
noveno grado y, además, nunca se preocupó por aprender otra cosa, se convirtió en un buscavidas que un día
trabaja como ayudante en la construcción (siempre particular) otro hace unos
mandados o bota escombros “Pa` no deberle nada a nadie”, dice.
Pepi no es una
mala persona, pero vocifera su frustración y se presta para que algunos pongan
su rostro y palabras en su boca para hablar pestes en las redes sociales, él no
lee periódicos, ni ve el noticiero porque “ahí to´es muela pa´ tupir”.
Por tanto, cuando le cayó a la mano un billete con la
misma consigna que da título a la canción de Descemer y su banda se rió complacido,
pero cuando no pudo cambiarlo, porque un
peso en esas condiciones no puede circular se dijo por primera vez: “coño me
han embarca´o”.
Por desinformado, no sabe qué rayos son las
revoluciones de colores, ni los llamados golpes blandos para derrocar gobiernos
incómodos, a él eso no le interesa, y no sabe que la farsa de San Isidro, las
cancioncitas “cariñosas”, los lemas en los billetes, el apoderarse de símbolos
patrióticos, son algunas de las formas de ese denominado golpe blando que, de
blando, nada tiene.
Ignora que la primera etapa es promover acciones no
violentas para generar y divulgar un
clima de malestar en la sociedad, con de corrupción, promoción de intrigas o
divulgación de falsos rumores.
Desconoce además que las restantes fases consisten en
desarrollar intensas campañas en “defensa de la libertad de prensa y de los
derechos humanos”, acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el
gobierno en el poder.
También la lucha activa por supuestas reivindicaciones
políticas y sociales y en la manipulación de la población para que emprenda
manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones.
Asimismo, en ejecutar operaciones de guerra psicológica y
desestabilización del gobierno, creando un clima de
"ingobernabilidad".
Del mismo modo, forzar la renuncia de la presidencia,
mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones, mientras se
mantiene la presión en la calle. Paralelamente, se prepara el terreno para una
intervención militar, mientras se desarrolla una guerra civil prolongada y se
logra el aislamiento internacional del país.
Por supuesto, nunca supo que el periodista argentino Luis Bruschtein explicó
que el golpe suave “consiste en travestir a una minoría en mayoría, amplificar
sus reclamos, crispar las controversias y enfrentamientos y desgastar a la
verdadera mayoría que gobierna, hasta hacerla caer por medio de alguna farsa…”
Más claro ni el agua: el que empuja no se da golpe. Si
los amigos letrados de Pepito le hubieran explicado eso, no estaría tan perdí´o.
Pero lo que más lo desencantó de la trampa en que había
caído fue cuando supo que la expresión Patria y vida no era de Descemer y sus
acólitos, sino de Fidel.
Ante las dudas su vecino Juan Enrique, que lo aconsejara
tantas veces, le mostró un amarillento
periódico Granma, que mostraba un
encuentro del Máximo Líder con estudiantes, el 23 de diciembre de 1999, (¡hace 22 años!).
Aseguraba
entonces Fidel: “Voy a tomarme una frase, no definitiva, porque nosotros no
debemos renunciar a la idea de Patria o Muerte, ni a la idea de Socialismo o
Muerte, y voy a decir como dijo una joven en esa tribuna: ¡Patria y Vida! Vida
para ustedes es la que queremos'.
Sí ese mismo Fidel cuyo gobierno revolucionario le otorgó una modesta pero confortable
vivienda a su madre anciana y donde vive ahora el septuagenario Pepito.
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