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Foto tomada de Internet |
“Cuidado con las bicicletas”, es el consejo invariable dedicado por este redactor a ancianos, madres o padres con niños y a cualquier persona potencialmente amenazada por esta suerte de flagelo.
El presente título sugiere riesgos afrontados en determinados períodos; asimismo los azares que puede padecer un ciudadano con la proliferación de todo tipo de bicicletas y motos eléctricas, se repitan estos regularmente cada cierto tiempo o no.
Nuestro viejo amigo José
Luis define la multitud de vehículos en dos ruedas con el contrasentido “barullo”
silencioso.
Hay honrosas excepciones, como esos choferes capacitados legal y físicamente.
Bicicletas, motorinas y
motos eléctricas pasan por nuestro
costado y si no nos colisionan solo percibimos
las grupas al alejarse ¡Eventualidades en
la vía!, ¿no?
¿Agravantes?
muchas son conducidas en sentido
contrario a lo señalizado en calles y, así de pronto pudiéramos vernos con un miembro enyesado, la cabeza rota y cuando
menos ¡nos pegan cada susto!
En el país se contabilizaban,
a mediados del pasado año 210 mil 000 ciclomotores, una verdadera hemorragia.
Si revisamos la Ley 109 Código de Seguridad Vial, podemos
leer: Las motorinas o bicicletas eléctricas son legalmente ciclomotores, de al
menos dos ruedas con motor térmico de cilindrada inferior a 50 centímetros
cúbicos o con motor eléctrico de potencia no superior a mil watts ¡y una
velocidad máxima de hasta 50 kilómetros por hora! (la exclamación es nuestra).
Entonces, precisan una licencia
de conducción, nadie puede hacerlo sin tenerla o el permiso de conducción o de aprendizaje
correspondiente.
Muchos cometen serias contravenciones como circular sin el casco, no portar la licencia, exceso de pasajeros, no detenerse en la señal
de Pare, adelantamiento indebido, y
circular en sentido contrario.
Por lo general achacamos
las violaciones a los más jóvenes, pues proliferan entre ese grupo etáreo, pero este propio viernes 11 de diciembre en una de las principales arterias de Bayamo, este redactor fue testigo de una flagrante violación: un
hombre maduro conducía una bicicleta por
su derecha; sin mirar, intentó virar a la izquierda, fue sacando de la senda y
adelantó a un joven en motorina, quien hizo malabares y evitó la colisión. El primero
no se disculpó, ni siquiera agradeció el gesto.
Y a propósito de las
bicicletas una moda o tendencia peligrosa abunda entre la juventud: circular sin frenos, con lo
cual ponen en riesgo su propia piel y las ajenas.
La responsabilidad es
colectiva, pero implica primero a la familia y después a los demás y nos viene
a la memoria un spot televisivo de antaño en el cual un oso llamado Prudencio
aconsejaba a todos los usuarios de la vía y remataba su parlamento con una voz
profunda: ¡Eso no se hace!
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