Existe una industria sin humo, generadora de millones tanto en metálico como en personas
que de un modo u otro se ven involucradas o se suman a ella.
¡Frío, frío! ¡No es el turismo! hablamos de la
pornografía y más específicamente de las publicaciones audiovisuales que la
difunden y magnifican. Las grandes productoras hacen una cosecha jugosa, por un
lado entre una audiencia frustrada,
solitaria, antisocial y en el otro extremo el receptor puede ser un padre de
familia, o de quienes tienen una vida sexual activa y plena; no hay distingos.
Uno de los sitios “serios” dedicado a estudiar el fenómeno pornográfico reseña y selecciona las 10
actrices con mayores ganancias y resulta que la mejor remunerada percibe 41
millones de dólares anuales, mientras la que menos gana en esa decena lo hace en el rango de los 10.
Este es un gancho terrible, por supuesto, no es color
de rosa y solo ofrece una arista.
Y si no que lo diga
esa última intérprete
decimillonaria quien, ya jubilada envía un mensaje dramático en las redes para que otras jóvenes no caigan en esa fatal
telaraña.
Aparte ella, ex pareja del actor Charlie Sheen, se mostró
muy irritada y dolida porque este no le confesó estar contagiado por el Sida
hasta tres años después de su confirmación.
Entre todas las muchachas una gran mayoría se ve arrastrada a ese
entorno por condiciones miserables de vida, pero entre otras el diapasón se abre desde
profesionales, estudiantes universitarias, modelos, altas ejecutivas que optan
por una vida ¿fácil? para hacerse ricas por un golpe de suerte.
Pero en esa industria tan complaciente hay un mundo de
dolor, de frustración, abusos, dominación con esclav@s y am@s, lenguaje y prácticas escatológicas,no en el sentido
bíblico sino en lo sucio, hay bestialismo,
uso de todo tipo de aditamentos para
conseguir ¿placer? Físico de solitarios,
parejas tríos, orgías y como elemento detonante incita al voyeurismo.
El trato que les dan y
autoasumen las muchachas es
denigrante: zorras prostitutas, perras… en la forma más despectiva y aun cuando
es cierto que una parte considerable gana dinero, una multitud de muchachas se
queda en el intento manipuladas explotadas, vejadas.
Las quemaduras de esta industria, sin exagerar, son
similares en lo físico y espiritual, a las secuelas de una explosión atómica
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