Cuando en Bayamo se estrenó el filme Con el deseo en los dedos, yo apenas
rebasaba los 10 años de edad, pero por los carteles cinematográficos y los
cintillos que la anunciaban esperaba que aquello estuviera caliente caliente.
Creo que era prohibida
para menores de 18 años y eso exacerbaba la
curiosidad, algunos vecinos y vecinas ya mayorcitos decían haberla visto y nos
contaban pormenores.
La proyección en
el espacio De cierta manera, retransmitido
el sábado último, vino a despejar dudas:
casi todo lo que nos contaron era mentira, pero las grandes colas sí
ratificaron que fue una película muy taquillera “la más taquillera de Cuba”, según
cuentan cronistas.
Contaba con el aliciente adicional de las esperadas
actuaciones de Minín Bujones y Jorge Félix en los roles principales, del
incipiente Rolandito Barral y de otros, con la aparición especial y muy lograda
de Enrique Santiesteban.
Realmente en la radio y la televisión todos habían descollado por sus aptitudes y
versatilidad, pero esta película engominada, con diálogos forzados y
recitatorios fue para mí, que esperé casi 60 años, un fiasco al verla, salva la
honrilla el siempre impecable Santiesteban, los demás que me perdonen el atrevimiento.
Pero todo no es en blanco y negro se cuenta que muy pocos cobraron o percibieron un mínimo salario; Mario Barral el director, consiguió a los mejores guionistas y técnicos, pero no resultó… la redacción del blog Todocuba afirma: (Barral) “Rehuía el cine vernáculo que tanto criticaba para apropiarse de los peores esquemas y situaciones del más burdo melodrama, sobre todo del cine mexicano y argentino”.
Pero todo no es en blanco y negro se cuenta que muy pocos cobraron o percibieron un mínimo salario; Mario Barral el director, consiguió a los mejores guionistas y técnicos, pero no resultó… la redacción del blog Todocuba afirma: (Barral) “Rehuía el cine vernáculo que tanto criticaba para apropiarse de los peores esquemas y situaciones del más burdo melodrama, sobre todo del cine mexicano y argentino”.
Sinopsis: Una escultora se casa por interés
para tener el dinero que le permita dar la educación que desea al jovencito
elegido para, en cierto sentido, modelarlo a su gusto y así entregarle su amor
cuando se convierta en hombre. Lo logra en parte, pero luego el muchacho se
reconcilia con la joven que lo ama de veras y la escultora termina por morir
abrazada a la obra que lo reproducía.”
La publicación Cubatesoro afirma: “Por lo burdo e incongruente de su
guión, y por su mala factura artística, esta película es un descrédito más para
la incipiente industria cinematográfica cubana.
“Merecedor de recordación, como en tantos otros casos, es el esfuerzo cooperativo con que se hizo esta película, en la que nadie cobraba y se vivía de la esperanza en el éxito que habría de llegar. Como las ambiciones creadoras eran muchas y la tónica habría de ser romántica, pasional, erótica, trágica, siempre a altos niveles, y todos los elementos eran moderados, discretos, limitados, sin la inspiración básica que hubiera hecho falta para hacer el milagro, el resultado trascendía la frontera de lo risible, en especial cuando la protagonista se abraza a la estatua de yeso que le cae encima. Pero así se hizo cine en Cuba, con mucho cariño e ilusión”.
Fue eso es cierto, el primer amago de cine erótico en la Isla, pero tampoco resultó. De ahí mi fiasco como espectador.
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