domingo, 24 de febrero de 2019

Cocinas de campaña








Nutrir a sus camaradas con sabores criollos varios



   
Las cocinas ambulantes  en medio  de los campos de caña me hacen evocar a  las mambisas, no por aquellas magras raciones “forrajeadas” por ellas y sus camaradas en medio de la refriega contra el opresor colonialista español, sino por la alta dosis de esfuerzo, compromiso y deseos de contribuir a la obra  grande de hacer zafra desde la retaguardia alimenticia que son esas alimentadoras móviles.


Las cocinas-comedores relucientes de limpieza acompañan a la brigada de macheteros o los pelotones de combinadas adondequiera que estos vayan, abren antes del alba y cierran mucho después del atardecer e inclusive algunas, cuando los cortes se extienden, hacen también horas extras para apoyar a le gente en los surcos donde son guillotinadas  las cañas.

En más de 30 años de interactuar con macheteros, operadores cocineras y ayudantes ha visto muchos fogones de carbón, o de leña donde el denuedo hace siempre aflorar la limpieza… reflejo solo estas dos de mi más reciente viaje a Campechuela….
Los caballeros de las KTP del Pelotón Camilo Cienfuegos cortaban en un lugar conocido por Navea cerca de Las Muchachas Abajo zonas muy bajas   y mostraban mucha agilidad para   no dejarse sorprender por “el agua”… desde la lejanía era perceptible, el atrayente olor de la pulcra y ordenada cocina (con carbón)  de Liudmila Escalona Verdecia quien lleva cuatro contiendas haciendo las delicias de sus compañeros.
“Todos los  recursos los pone aquí La UBPC Ceiba Hueca Arriba… mis compañeros están muy complacidos, me quieren y respetan y por supuesto me siento bien”.

En  Realengo después del cafecito madrugador  y de un rápido desayuno, en ese pedacito de hogar que es la cocina móvil de  la brigada,  los hombres de la brigada Juan Manuel Márquez parten al campo cercano, con la vista y la mente fijas en sobrecumplir los planes diarios,   la mejor manera de que su base productiva continúe entre las mejores de la actividad cañera en Granma.
Son allí decisivas la cocinera Alexandra Batista Tamayo y la ayudante Aliuska Tamayo Martínez, quienes son como una especie de jóvenes madres de aquellos hombres curtidos que cercenan las cañas e impregnan el aire de un olor de dulzura incomparable.
Por eso sus visitas a la cocina son un remanso en el duro bregar y un espacio para la conversación y la alegría y para la información de la marcha de la zafra que les llega por  planta de  radio microonda.



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