Corría
el año 1963, por supuesto del pasado siglo XX, un grupo de muchachos de
secundaria acabábamos de disfrutar de uno de los sabrosos batidos de frutas que
ofrecían en la cafetería Las Columnas en el Centro histórico de Bayamo.
De
pronto un hombre joven, con el rostro desencajado, todo sudoroso ingresó al
negocio, otro de los parroquianos indagó
acerca del motivo de su turbación.
-¡Es
que he perdido una cartera con tres mil pesos, los ahorros de toda mi vida y
que destinaba a casarme y arreglar una casita que tengo!- casi gritó presa de la
angustia.
¿Cómo
era la cartera?- indagó el primero.
–¡Marrón, imitaba piel de cocodrilo, y muy
gastada, era casi un trapito!
-Aquí
está su cartera, amigo, tome.
El
joven casadero abrazó al otro, casi le da un beso -algo inusual en esa época -y tomó 500 pesos
para gratificarlo.
¡Qué
va! ¿Cómo voy a aprovecharme de esta situación por la que acaba de pasar?.
El
casi esposo lo invitó a la boda al igual que los pocos que estábamos en la
cafeteróa.
Ambos
viven todavía, son casi vecinos y cuando las rodillas hinchadas y la artritis
cervical, la próstata y otros males asociados a la tercera edad se lo permiten
intercambian visitas gracias a una amistad que nació de un hermoso gesto… la
novia de antaño es una viejecita que todavía puede brindarle un café a un amigo
y con mucho gusto se lo brinda al
artífice de su duradera felicidad.
Año
2017… una niña encuentra una mochila, casualmente con tres mil pesos cubanos y
unos cuantos “cucos” (siempre me he negado a llamarles chavitos a nuestros
billetes más duros que los otros.
Como
dentro de la alforja había una
identificación, la chica adolescente rastreó al dueño
hasta su domicilio y la “malvenida” fue sorprendente.
-Eres
una niña boba, si y me encuentro eso boto los
carneces y me cojo los varos - y le dio la espalda sudorosa y
grasienta.
Claro
que aquello motivó un fuerte repudio y “alguienes”
se refirieron a una supuesta crisis de valores, lo que motivó una espontánea
polémica.
Pero
estaba equivocado aquel que no supo dar las gracias y quienes compartieron su criterio,
aquí no hay crisis de valores, aquí en esta isa alargada y sus cayos sobran los
honestos, los que no reparan en el valor material de los objetos y sí en las personas,
miles de ejemplos de trabajadores del turismo de los medios nacionales y locales
de transporte fundamentan eso.
Hay
gente crítica, como individuos , pero antivalores…. ¡Qué va!
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