domingo, 25 de marzo de 2018

Migración interna, otras particularidades


Muy contundente y oportuna resulta la serie de reportajes que la televisión cubana puso a consideración de la teleaudiencia  durante la semana que recién concluye acerca de un tema polémico y, por tanto, candente: la migración interna en Cuba.

En la revista Buenos Días del canal  Cubavisión fueron recogidas,  mayoritariamente, opiniones de personas que habitan en la capital quienes se referían fundamentalmente a cómo veían ellas la solución para que las del interior se mantuvieran acá: que los salarios fueran más altos en la agricultura o en otros trabajos, que se crearan más condiciones en el interior, que surgieran más oportunidades fuera de la Habana…
Una verdad resulta innegable: desde el triunfo de Enero de 1959, el Gobierno revolucionario apostó por  borrar o atenuar  los límites de las amplias diferencias entre la ciudad y el campo; tarea colosal, casi imposible.
Recordemos  que  siempre  las cabeceras provinciales y las capitales de todos los países del mundo concentran la mayor cantidad de atractivos para la vida ciudadana.
Pero hay muchas otras razones para que muchos guajiros deseen vivir en la capital, entre ellas la mayor diversidad de empleos para personas formadas acá o allá y con posibilidades  limitadas en sus lugares de origen.
También  que a los capitalinos la canasta básica les representa un poco más que al resto de los cubanos,  por su  condición metropolitana y por la lejanía de los centros agrícolas y pecuarios. Recuerdo que a principios de los años ´70, dos familias numerosas de mi barrio se mudaron completas para la capital “porque allá la cuota es un poco mayor”
Además el acceso a toda la gama cultural, propuesta y ofrecida en este caso por La Habana con sus múltiples teatros, salas cinematográficas  y presentaciones en vivo de prestigiosos artistas… por solo citar estos ejemplos, en la hoy bien llamada “capital de todos los cubanos”. Y en eso me quiero detener.
Hace unos pocos años la orquesta Van Van, a la cual  sigo admirando aun sin Formel,  sacó al éter una composición titulada Que La Habana no aguanta más;  que en tono humorístico aludió a la migración hacia la capital, pero que levantó no pocas ronchas.
 Poco después, el sonero Cándido Fabré, acompañado  por la Original de Manzanilllo –otro tren de la música cubana- replicó con un número denominado Soy cubano, yo soy de Oriente, en el cual  demostraba los valores  de la gente y los enclaves de “por acá” y, casi enseguida se acabó la polémica, aun cuando la primera de las composiciones soneras (la vanvanera) se escuchó más, la segunda casi exclusivamente en la red de radio del este, del oriente de este  Verde Caimán.
También desde los medios audiovisuales de aquí es abordado el problema, y múltiples entrevistas en los barrios de “quita y pon” demuestran que los recién o hace tiempo llegados no tienen acceso al trabajo legal por carecer de dirección en esa urbe, pero aplican sus esfuerzos a tareas informales, aun cuando tienen acceso a la membresía de las organizaciones masas y sus hijos sí puede asistir a las escuelas, pues en Cuba la educación es un derecho universal.
Pero ahí surge otro problema: el rechazo de muchos alumnos hacia sus compañeritos “que hablan y se expresan diferente” y surge la burla e incluso el llamado bulling.
Creo que este tema fue analizado con mucha profesionalidad por diversos especialistas, pero aún no es suficiente.
Eso amerita de las autoridades educacionales un arduo trabajo de sensibilización  para padres y familiares en los que se les ilustre con todas las armas psicológicas, sociológicas y humanas para evitar o aminorar ese tipo de xenofobia doméstica que en fin, lo es.
Porque esas actitudes son impensables en una país que acomete con todos, o con muchos, una campaña no solo verbal, en pos de la diversidad sexual, de género, contra el racismo agazapado que logra reconocimiento internacional ¿y vamos a marginar a los guajiros consciente o inconscientemente?
Eso quizás explica que los forasteros quieran asimilarse al “idioma” capitalino  desdeñando lo rico y sustancioso del autóctono y pierdan algo de su identidad.
Otra cuestión que ilustra lo que explico es el llamar palestinos a los orientales fundamentalmente.
Puede ocurrir que algunos hijos del Levante cubano sobrevivan en la capital sin paraderos fijos, pero muchos tienen formación académica, propiedades en sus municipios ¿por qué no regresan? Me dirán ¡pues por lo ya explicado arriba!
Conozco el caso de  una profesional graduada en uno de los centros más prestigiosos de la capital criolla, que requirió sus servicios después de graduada, y allí conoció a su actual esposo; al conocer  a los parientes, un concuñado en ton de chanza le preguntó: “¿Así que eres palestina?”, “no, soy cubana, oriental a mucha honra, e ingeniera”.
En el tema de la migración interna, aún queda mucha tela por donde cortar y mucha infraestructura, sobre todo mental que mejorar.


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