domingo, 12 de febrero de 2017

Modernizando la tradición


En mi Bayamo es tradicional que lugareños y foráneos se muevan por la periferia   de la vieja ciudad y hacia los suburbios en un medio que representa reminiscencias de “tiempos idos” como define el ayer, el cronista José Carbonell Alard en su poema Campanario.
Claro que me refiero al coche en el cual  tenía   y aun tiene  como medio de iluminación el inefable farol de  queroseno (un derivado del petróleo, al que muchos por acá denominamos “luz brillante”).
Esa linterna servía más para que el carruaje fuera visto, que para que el conductor percibiera objetos en la noche, pues la  ventaja adicional de estos carromatos es que el caballo también ve, incluso lo sobrenatural, según reflejan viejos  peregrinos  de sus andares por caminos solitarios.

Con el discurrir de los años y la gradual iluminación de la ciudad, los coches mantuvieron sus dos faroles laterales y otro casi pegado al suelo,  detrás como una suerte de lo que hoy se conoce como stop (luz de freno) o una de las llamadas luces de posición.
 Es bueno aclarar que de muchacho me rompía yo la cabeza pensando  por que los faroles  no se apagaban sobre todo los laterales, hasta que descubrí su ingeniosa  alimentación de oxígeno.
Siguió el tiempo pasando y aunque curioso no había reparado yo en el trascendental cambio que se había operado en la luminosidad de estos carromatos,  pero hace solo unas noches me percaté de ello.
Venía con una de mis hijas  desde cerca del parque de diversiones Los Caballitos, en la antigua avenida de Castro, (hoy calle Francisco Vicente Aguilera porque nunca esa vía fue una avenida) cuando abordamos una cativana o catibana,  especie de coches alargados para que quepan más pasajeros, cuando reparé en una especie de panelito iluminado, “¡esas son luces!  led” pensé haber hablado para mí,  pero  me equivocaba pues el cochero me miró complacido.
¡Cómo compaginan tradición y modernidad en este caso! pero enseguida me di cuenta que la luz brillante de antaño  había dado paso a unos de los últimos gritos de la moda en cuanto a iluminación se refiere…
Cuando bajamos justo bajo el puente elevado que corta la línea ferroviaria sobre la Carretera Central vi el bonito tono verde de las luces del hasta ese momento “nuestro coche”, pero íbamos  de prisa y no advertimos nada más…
Varias noches después volví a pasar, esta vez a pie por la calle Ocho, paralela a la Calle Línea y vía expedita para coches y cativanas … estuve algunos minutos mirando el cruce y recruce de estos vehículos y me maravillaba porque   aquellos faroles  de iluminación de un opaco “color candela”, cedían gradualmente el paso a hermosos puntos luminosos azules, verdes, rojos, blancos… que ahora sí cumplían la función de hacer visibles los carruajes.
Y aunque parezca un contrasentido ahora se funden tradición y modernidad y para que a nadie quede duda de que son luces led inserto una explicación de la Wikipedia: “Una lámpara de led  es una lámpara de estado sólido que usa leds (Light-Emitting Diode, diodos emisores de luz) como fuente lumínica.
Actualmente las lámparas de led se pueden usar para cualquier aplicación comercial, desde el alumbrado decorativo hasta el de viales y jardines, presentado ciertas ventajas, entre las que destacan su considerable ahorro energético, arranque instantáneo, aguante a los encendidos y apagados continuos y su mayor vida útil, pero también con ciertos inconvenientes como su elevado costo inicial.
Los diodos funcionan con energía eléctrica de corriente continua   de modo que las lámparas de led deben incluir circuitos internos para operar desde el voltaje de corriente alterna estándar…”




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