domingo, 2 de septiembre de 2012

Percepción creadora


A mi nieto Manuel Antonio se le dan bien las artes.

Entona muy bien: el Himno Nacional fue para él un hallazgo… desde prescolar toda la familia aprendió de memoria las canciones del grado, de tanto escucharlas en su voz a la que sabía dotar de vibraciones y gorjeos, lo mejor era oírlas y después cantarlas con él. ¡Cuántas veces tuve yo mismo que afinar para no ser criticado: “Vuela muy alto mi papalote”…!

Pero su fascinación, al parecer, está en las artes visuales: a cada rato es preciso comprarles a él y su hermana Adriana, quien también se embulló, módulos nuevos de plastilina que gasta, emborrona, pero casi nunca mezcla ni deja mezclar y de la que salen acertadas figuras.

Reproduce las piezas, pero no mirándolas sino evocándolas de lo ya visto en el televisor o la computadora y según quienes las admiran (no es chochera de abuelo) la fidelidad asombra.

Elpidio Valdés, el temerario mambí animado por Juan Padrón, es uno de sus favoritos y lo ha recreado de varias maneras porque es capaz hasta de darles “movimiento” a sus representaciones, lo cual ha ya llamado la atención del “Profe“ de Educación Plástica.

Toda la fauna de Disney tiene cabida entre la habilidad de sus dedos, la conoce gracias a la reiteración en la pequeña pantalla.

A veces la reproducción se vuelve atrevida como en la bruja Cuca, del serial brasileño Pir lim pim pim: aprisionó los detalles de su traje barroco, rostro de cocodrila y boca amenazante de la cual no olvidó un solo diente.

Lo impactó sobremanera el personaje Lord Shen de la cinta animada Kong fu Panda cuyo atuendo complicado “calcó” minuciosamente y supo trasladar la maldad del ser a la masa moldeable pues, al parecer captó que los caracteres negativos son muy ricos para el arte.

No le importa el lugar siempre que pueda concentrarse, lo mismo en su casa, en la escuela o cualquier espacio cerrado o al aire libre pues cuando sale lleva su mesita plegable y sus grasientas bolitas de masilla variopinta que en casa son una amenaza para la ropa.

El chico combina un magnífico resultado académico con sus tardes de sudor y polvo en el improvisado campo de juegos frente a su casa, y todo eso es riqueza para ya, con ocho años y sin alejarse de las reproducciones, comenzar a crear…

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