Este último domingo tuve el honor de departir en la villa de descanso para trabajadores azucareros, junto al río Cautillo, con obreros fabriles y agrícolas, operadores de maquinaria, dirigentes, sindicalistas… en fin, gente del binomio cañero-azucarero destacados por sus altos méritos y considerados personalidades dentro y fuera del sector.
Esta vez no los contacté en el surco, ni en la industria, ni al pie de la máquina como lo hago siempre en mis visitas a su medio habitual; este fin de semana nos encontramos cuando recibían el homenaje de dirigentes del gremio, del Partido Comunista de Cuba y del Gobierno en esta provincia oriental.
Verdaderas y sencillas personalidades.
Sí (y ahora retomo las palabras de la locutora que los presentó) porque si en otros países se consideran con ese rango gentes con mucho dinero, encumbradas, por lo general altaneras, quienes piensan que los demás no merecen la más mínima atención, en este Caimán verde sucede a la inversa desde hace 50 años.
Aquí la concepción cambió de modo radical: adquiere carácter de notable todo aquel que aporta a la causa común y permite que la economía progrese, aun desde el puesto más modesto y de ese modo preserva nuestro proyecto socialista.
Fue un placer departir con esas personalidades
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