viernes, 29 de abril de 2011

Un cuentero serrano de antaño

Todavía en muchos barrios seranos de Buey Arriba y en el propio poblado cabecera trasciende la fama de un narrador oral, que sin estudios y solo con la magia de la palabra, hacía muy agradables las noches de soledad montañesa.

Era Ramón Tasé, Abuelito Tasé, como le llamaban y aún recuerdan nietos y biznietos, ese que animaba las reuniones familiares o sociales con la magia de la palabra, sus gestos o la voz elástica para describir o mejor calcar gentes y situaciones que y sin haber leído nunca a Onelio Jorge Cardoso no solo tenía el “pico fino” para decir cosas hermosas y mágicas, sino también tenía historias parecidas.

Contaba una similar a la del perro Mariposa, solo que la suya era hembra y al clavar el machete en tierra y cortarla por la mitad en medio de vertiginosa carrera la pegó “ con la sangra aún caliente”, pero equivocadamente le puso las mitades invertidas: dos patas arriba y dos abajo, pero fue mejor porque cuando se cansaba de un lado, corría con el otro.

Otra, muy gustada era la del venado escurridizo oculto en una intrincada y estrecha garganta entre montañas que obligó a Ramón a o doblar el cañon del rifle con tantas curvas y recurvas como la garganta y solo así pudo cazarlo.

Y otro venado tan arisco y veloz para el que sacó los perdigones de los cartuchos, los cargó con grapas yal cogerlo desprevenido después de varias noches en vela lo presilló a un perfumado cedro.

Cuentan nietos y biznietos que algunos lo censuraba ' por estar diciendo mentiras' pero él se permitía entretener a los muchachos en una animada sobremesa.

Todos los ojos, infantiles o adultos, no se despegaban del narrador mientras les poblaba los oídos de bestias veloces como el viento, mansas hasta la ternura o de países lejanos que solo visitó con su imaginación.

Pero a diferencia de Juan Candela, a Abuelito Tasé nunca le molestó si le contradecían o ponían a en entredicho sus historias: él tambien se divertía con ellas.

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