lunes, 4 de octubre de 2010

Hombradía de Rafael

Me permito llamarlo por su nombre familiar porque lo considero hermano y ejemplo… porque como un evangelio de luz ofreció el pecho a las balas sin grandilocuencia y sin siquiera alzar la voz.

También, porque además del inmenso poder del pueblo y la eficacia del comando del Grupo de Operaciones Especiales de las Fuerzas Armadas y la solidaridad internacional, la intentona golpista abortó gracias a la mesura y perspicacia del Jefe de Estado ecuatoriano.

Puedo hacerlo porque, Rafael Correa propició el 30 de septiembre último, sin estridencia alguna, que el Palacio de Carondelet atesorara un jalón más de rico y a la vez convulso devenir.

Asimismo, porque hizo que la historia se repitiera: como sucedió en Venezuela durante los sucesos de abril de 2002, como ocurrió también en Bolivia aunque de modo diferente, porque aglutinó al pueblo y las fuerzas leales al denominado socialismo del siglo XXI y no permitieron que les fueran arrebatadas las conquistas populares.

Porque radicalizó el magno proyecto social de la Revolución Ciudadana, puedo afirmar: “Rafael, hermano, ¡guapo ahí!”…

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