lunes, 14 de marzo de 2022

Celosos

 

Más allá de como lo reflejan la literatura Médica y Universal, el celoso es un tipo de cuidado que ama tanto al objeto de su pasión como el Diablo quiere al hijo o sea hasta que “le saca los ojos”, según comentaban los más viejos.

Recordemos al moro Otelo quien cegado por los celos y los consejos viperinos de Yago asesinó a su amada Desdémona, según nos cuenta William Shakespeare.

Por esos días un audiovisual de estreno conmueve a la familia cubana, la telenovela  con guión de Amílcar Salatti, Yoel Infante y Eduardo Vásquez a partir de la idea original de Albertico Luberta; en ella hay una celópata, Marlén  ahogar  metafóricamente a sus dos últimas parejas va quedando sola…

Pero la vida real es más rica y colorida: por los campos de Cuba, no quiero precisar lugares, obvio, existe un señor aún joven con una esposa que no es “nada del otro mundo” pero que lleva al marido a los extremos pues ve fantasmas donde dicen que no los hay…

El hombrín barre los patios a conciencia para comprobar, cuando llega de improviso pisadas masculinas e incluso femeninas, según una leyenda montuna; también escudriña en busca de   huellas de herraduras o la marca de gomas de bicicletas y motos.

 Cuando él sale la cosa llega al clímax, deja  a su dama con una ropita “de mala muerte”, le esconde la buena y el mejor calzado y la prótesis dental superior, nada que la deja en bandas.

Pero que se cuide pues quien hizo la ley hizo la trampa…la anécdota que referiré tiene cerca de 70 u ochenta años.

En la larga y estrecha geografía criolla, más bien al oeste, había un celoso con una mujer bella y elegante que él mantenía alejada de miradas indiscretas o lascivas… claro si la tenía encerrada a cal y canto, vivía en una segunda planta y no recibía ni visitaba a nadie, solo una viejita que le hacía los mandados.

Pero el diablo son las cosas, después de dos o tres años de encierro la cautiva trabó amistad con un joven que trabajaba en un taller al frente y mediante señas y movidas de ojos se produjo el cortejo, hasta que concertaron una cita y ella le tiró copia de la llave.

El esposo solo salía durante 10 minutos a comprar  leche en un establecimiento situado a dos cuadras, pero lo cronometraron, el burlador abría con su llave, se iba preparando por la escalera y de rapidito en rapidito, tras breves instantes de goce prohibido  durante mucho tiempo concibió y dio a luz dos hermosos niños.

Como el triángulo amoroso era racialmente similar y en ese entonces no eran populares las pruebas de ADN a lo mejor el celoso pudo disfrutar desde lejos a un improbable fruto de los amores de su pareja.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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