domingo, 20 de febrero de 2022

Santuario de la niñez y la vida

Lo señalizado como zona escolar deviene espacio sagrado para muchos, para otros no tanto; un resto, hasta el presente minoritario, incluye a quienes lo profanan en arriesgados lances que ponen en grave peligro a muchas personitas inocentes. No es exagerado afirmar que al tráfico vehicular, en específico la circulación en ciclos, “le está patinando el coco”, pero no podemos dejar de lado a los peatones asimismo temerarios. Si alguien duda de lo afirmado que pase por las inmediaciones de una escuela de cualquier enseñanza en las horas pico y verá las barbaridades que se cometen no una sino varias veces al día. Pongamos ejemplos: si usted, estimado lector, circula digamos por el segmento entre el parque de la Ollá y la retaguardia de la sala teatro José Joaquín Palma y calles adyacentes, en la ciudad de Bayamo, constatará pruebas fehacientes de lo comentado. Agrava la situación la cantidad de carros de empresas parqueados que entorpecen la circulación. Es más, varios vecinos de ese pedazo de la ciudad se cuidan de bajar a la vía pública en los horarios de entrada y salida de las escuelas. en especial por los ciclos eléctricos que con su barullo silencioso pueden dejar sentado en la calle al pinto de la paloma, con quien sabe qué daños más. Este redactor puede dar fe de cuantos acompañantes llevan a sus hijos o familiares en sentido inverso al del tráfico, otros no respetan las señales de pare, ignoran la ceda el paso y las invasiones de la vía contraria son a tutiplén. No es por azar que colegas de otros barrios, municipios de Granma y otras provincias refieren casos similares. Ha frenado un poco las malas prácticas la presencia oportuna de agentes del orden, porque cuando a alguien le imponen una multa, este corre la voz y la gente se vuelve más cautelosa o respetuosa… pero ¿habría que llegar a eso? “Cuidado con las bicicletas”, “Mire a ambos lados de la vía antes de cruzar” “no baje del contén si no es absolutamente necesario”, son exhortaciones antiguos y vigentes y que de modo invariable dedican este redactor y colegas de todos los medios masivos de comunicación tanto radiales, televisivos como escritos a los ancianos, madres o padres con niños y a cualquier persona potencialmente amenazada por esta locura del presente. No los echemos en saco roto. 

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