domingo, 9 de mayo de 2021

Alma de verso y bravura

Gerardo Abreu Fontán es muy  conocido y admirado en toda Cuba, especialmente en su natal Santa Clara y en la capital cubana  por su breve y a la vez intenso historial revolucionario.

Su devenir, forjado en la más absoluta clandestinidad, provocó que las fuerzas represivas, por ser burladas tan a  menudo persiguieran  a Fontán con encono.

 Después del desembarco del yate Granma  se intensifica su actividad conspirativa, frecuentemente en temerarias acciones Fontán y sus hombres  “le ponían rabo” a los represores batistianos.

 En ese período  a la par que crece el odio de los sicarios contra el infatigable combatiente, este  se gana la admiración, el respeto y el cariño de los otros dirigentes del Movimiento26 de Julio y de los hombres que combatían bajo sus órdenes.
Sobre Fontán, en el acto por el aniversario 50 de su asesinato,  Ricardo Alarcón de Quesada,  lo evoca así: “Llegó a ser para nosotros un mito. Él, que no había avanzado en la enseñanza elemental, dirigió a los jóvenes y estudiantes de la capital y ninguno dudó nunca que Gerardo era el más capaz, el más sensible, el más profundo de nuestros compañeros”.


Fontán nace en Santa Clara el 24 de septiembre de 1932   a los 11 años se traslada hacia La Habana con su familia; allí desempeña duros  y diversos oficios y resulta doblemente discriminado, por su condición de trabajador humilde y negro. Todo ello fue forjando su rebeldía y lo condujo a ingresar en el Partido Ortodoxo.

Fue torturado y asesinado por la dictadura batistiana el  6 de febrero de 1958 a sus 25 años, cuando era el jefe de las brigadas de acción del Movimiento 26 de Julio en La Habana y sólo faltaban meses para que se concretara el triunfo de la Revolución Cubana.  Sus labios no se despegaron para delatar a ningún camarada.

Lo demás es historia: su cadáver presentaba 15 disparos y 57 punzonazos; le habían cortado la lengua y  destrozado completamente sus órganos genitales  , pero ni aun así pudieron doblegar al valiente revolucionario, aun horriblemente mutilado siguió siendo más varón que sus captores. Al día siguiente su cadáver apareció al lado del edificio de los Tribunales de Justicia, en lo que es hoy la Plaza de la Revolución.

Pero muy  pocos saben que a partir de 1951 sus inclinaciones artísticas lo llevaron a actuar en la  entonces emisora Radio Mambí, (de la Habana, aclaro) trabajando, además, en distintos clubes y cabarets, en los cuales declamaba versos afrocubanos, haciéndose llamar entonces, “Gerardo Marín, el alma del verso negro”.

Un testigo, el  versátil comediante y declamador Jorge Losada, en una entrevista que más tiene de representación unipersonal y que se titula ¿Me hago entender? habla con admiración de Gerardo, sobre todo de su seriedad, de sus dotes artísticas, de los consejos que ofreció a quien después sería uno de los grandes actores  de la radio, el cine y   la televisión cubana.

“El me enseñó mucho de recitación, de Revolución, de la vida”, afirma ese viejo y experimentado actor.

 

 

 

 

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