domingo, 9 de julio de 2017

Documentos ¿robados? por una condesa

El colega David Rodríguez compartió en Facebook  lo que pudiéramos llamar una estampa, escrita por la joven periodista Mónica María Ramírez Aguilar, que  refleja muy atinadamente  el vínculo de dos personas muy  ligadas a Bayamo, por lo entrañable de su relación reprodujimos en este blog esta “aguafuerte” de la historia reciente de la Ciudad antorcha y las evocaciones indirectas a la saga patriótica.

El amigo de Condesita
  
Ana Balbina de la Caridad Rodríguez Tamayo, quien fue maestra y concejal del Ayuntamiento de Bayamo, era una mujer querida por el pueblo de la ciudad de los coches; tanto así que por su delicadeza, buena expresión y elegancia en el vestir, la nombraron la Condesa.
Pero Ana tuvo el privilegio de contar con la amistad verdadera de Enrique Orlando Lacalle, el primer historiador oficial de la urbe Monumento Nacional y también la vida la premió con una nieta sabichosa e intranquila a quien el amigo de su abuela la llamara la condesita y establecerían una relación casi familiar.

En una tarde Ana Mola, la condesita de ocho años entonces, conoció a aquel hombre delgado y simpático que más adelante le impartiría clases de historia local y le inculcaría amor por su pueblo. Cuenta que “Lacalle primero trabajaba en el archivo, lugar al que se dedicó en cuerpo y alma, era muy cuidadoso con lo que hacía e incansable investigador; más tarde pasa a trabajar al Museo Casa Natal Carlos Manuel de Céspedes y allí impartía clases de historia de la ciudad a los trabajadores, pues el lugar abría a las tres de la tarde y de 1:00pm hasta la hora de apertura Enrique nos deleitaba”.
Asimismo atendía visitas y daba recorridos por la ciudad. “Tenía un programa en la emisora de radio dedicado a las familias bayamesas, pues gracias a las colectas realizadas por el pueblo él pudo ir al Archivo de Indias y trajo mucha documentación acerca del tema, era muy reconocido”.
Un vínculo estrecho se forjó entre ambos, en ocasiones Ana fue a su casa en busca datos y artículos para el Museo o para montar exposiciones. Cuando llegaba Enrique expresaba: llegó la condesita; qué quiere tomar la condesita, café, jugo; y con la misma picardía infantil mantenida le pedía algo que lo demorara para registrar los documentos y tomar lo que le hiciera falta.
“Su casa estaba convertida en un archivo donde todo el que iba encontraba algo que necesitaba, no decía que no, ni ocultaba información. La sala estaba llena de estantes con libros y documentos bien organizados, la cama se recogía con una palanca y quedaba mucho espacio, al pasar a su escritorio, ubicado en un cuarto, se transitaba por la puerta del baño que era como un escaparate y ahí también había libros; todo estaba marcado, organizado por etapas y es que él tenía toda esa experiencia y dedicación”.
Parte de la documentación del Museo Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes, según la entrevistada, eran de Enrique Orlando. “El me los presta y luego de su muerte quedan allí”, decía, “el que pide prestado y no devuelve es la forma más elegante de robar”, y yo le robé elegantemente.
“Dedicó su vida a Bayamo, era muy preocupado por la historia de la ciudad y que se conservara. Fue locutor de radio y maestro de ceremonia. Tuvo sus cosas, pero el amor por la ciudad está por encima de todo. En cierta ocasión, una periodista de La Habana visitó el Museo, después fue a su casa y lo entrevistó, y él le dijo: “Haz tenido el privilegio de venir aquí con la condesita, y al terminar expone: Bayamo es el pueblo de la leyenda donde todo es y no es”.

Nació en Holguín pero desde muy joven se traslada para Bayamo, donde la pasión por ese pueblo se apoderó de su ser, de tal forma que no pudo irse o desprenderse de la historia que lo rodeaba, de su cultura y su gente. Murió considerándose bayamés y a su sepelio asistieron los pobladores que lo querían, respetaban y admiraban. Junto a él o más bien él junto a ella, su amiga la condesita, quedó con los documentos robados pero también con el recuerdo de un hombre que supo enorgullecer y enorgullecerse de la tierra donde vivía.

No hay comentarios :