domingo, 19 de abril de 2015

Yo también soy azucarero



Me declaro orgullosamente azucarero, pero no  porque desde hace más de dos décadas escribo sobre la primera industria desde el periódico La Demajagua .
No. La historia comienza en mi niñez cuando de la mano del viejo tomaba el tren Bayamo-Manzanillo y ya desde las cercanías del entonces Central Mabay (hoy Arquímedes Colina) comenzaba a olfatear el inconfundible olor del melado, me maravillaba el ajetreo de la gente en el paradero de trenes y un no sé que mágico que envolvía al batey.
Por fin un día el viejo cumplió su promesa y me llevó a visitar el ingenio Sofía, después Ranulfo Leyva, y allí por la amistad que le tenían un técnico se encargó de explicarme todo lo referente al funcionamiento de la fábrica, lo  que apenas entendí pero  eso acendró mi amor por la fabricación de azúcar.

Ya en la secundaria una visita escolar al “Mabay” con las explicaciones de los técnicos locales y de mi profesor de Artes Industriales, José Almenares me permitió ir  captando algo de la esencia.
Después sería las largas etapas del Plan Mayo Norte que nos llevarían a los ingenios José Nemesio Figueredo, de Río Cauto y Urbano Noris, de San Germán, entre otros donde lo mismo limpiábamos la caña que derribábamos la “pelúa” ( con su rica savia dulce que perfumaba cuando  los tallos eran heridas por la mocha) o la llevábamos al central en una carretas con bueyes de tiro (por ser una zona muy baja debían emplearse esteras y como así mismo son las orugas parece que la marca norteña Caterpillar se generalizó y los lugareños cubanizaban en cartapila)
Así me enamoré  de nuestra primera industria, por eso recibí como una bendición que me designaran para atenderla periodísticamente hace cerca de 20 años, por eso deploré  que no me hubieran nunca mandado a cubrir el sector  antes de jubilarse  Gilfredo Ortiz, un maestro, el decano de los periodistas  azucareros de Granma.
Poco a poco me fui metiendo en ese mundo y me leía cuanto texto me caía a la mano y aprendía términos como:,recobrado, norma potencial de molida, rendimiento industrial … que si no se potabilizan jamás llegan con sentido al lector…, so siempre traté de enmendarlo.
Por sentirme azucarero disfruto cada pequeña victoria ( y casi siempre estoy allí para reportarla, menos ahora cuando el transporte nos golpea tanto), sufro con cada revés y me duele tener que enjuiciar, -a veces duramente pero con tino-,  actitudes y aptitudes de los agrocañeros que a veces permeados de indisciplinas  y organización pierden tiempo y los sorprenden las lluvias y adiós cumplimiento del plan.
Hablando de planes aspiro a que estos sean contundentes grandes, porque ahora cuando se cumplen a veces son  como victorias pírricas que aunque aportan a la economía están urgidos de  ser mayores y cualitativamente superiores para lograr mejor calidad de vida entre la gente del sector y en general de los cubanos.
Me duele ver desperdiciar esfuerzos y dinero que anualmente el Grupo Azcuba dedica a fortalecer el parque de la maquinaria agrícola e industrial,  y adquirir piezas y agregados,  me duele cuando las reparaciones son deficientes por eso esgrimo la controvertida frase:“ Si la reparación es buena el central no se rompe”, pero, conociendo la entrega de los agroindustriales del patio aspiro a que la eficiencia presida todos los días  del  sector.
Yo sé que pueden.

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