domingo, 22 de agosto de 2021

Desde la historia y la literatura, rebeldía

La historia y la literatura granmenses se ennoblecen con la saga revolucionaria escrita con sangre y fuego por mujeres y hombres de esta porción de Cuba, especialmente durante la guerra insurreccional contra la tiranía de Fulgencio Batista. Dos botones de muestra tratan de los sucesos hermanados por las huelgas por el asesinato de Frank País y la del 9 abril que fracasó, pero propició la unidad revolucionaria. El volumen Páginas Rebeldes de José Eloy Rodríguez Romás y Aldo Daniel Naranjo, abre los ojos al lector experimentado o principiante acerca de acontecimientos durante la lucha insurreccional de los barbudos de Fidel Castro contra los desmanes de los esbirros batistianos y el creciente espíritu de rebeldía de los bayameses y otros ciudadanos de la actual provincia de Granma purificado tras los asesinatos de Frank País y Raúl Pujol el 31 de agosto de 1957, la huelga coincidió con el ataque a Bueycito por fuerzas al mando del Che Guevara. Por su parte Orestes Adán brinda la serie de testimonios Amor y pólvora acerca de la intensa historia de amor entre los jóvenes luchadores Julita Guevara-Roberto Reyes y su entrega a la Revolución, sus múltiples vicisitudes, condiciones de vida en campaña, la ternura, la caída en combate del mártir llamado El baracoeso, por su cuna; la viudez de ella la “Soraya bayamesa”, su entrega total a la lucha hasta el mismo triunfo y mucho después, pues vivió una ejemplar existencia de ocho décadas. Ambas obras reflejan las huelgas y los desmanes de los uniformados de Batista y el enfrentamiento temerario de los jóvenes revolucionarios bayameses dispuestos a entregar sus propias vidas en aras de la ansiada libertad. Bayamo sería la única ciudad de Cuba en mantener el paro durante ochos días seguidos desde el primero de agosto de ese año, seguida por Manzanillo que se mantuvo durante siete jornadas. La lucha contra la injusticia y la represión se mantuvieron alternadas en las ciudades con acciones temerarias por parte de los comandos revolucionarios contra los represores y el baño de sangre que estos emprendieron como vendetta, asesinatos selectivos, casi siempre a mansalva y en muchos casos ni siquiera permitieron a los dolientes velar y enterrar a sus deudos, sino fueron arrancados por la fuerza del seno familiar para llevarlos a la necrópolis local. Fue decisiva la unión obrero-sindical y estudiantil y la suma de una generosa parte del pueblo; paralela, pero coordinadamente Orlando Lara; (el León del llano) y sus muchachos, entre ellos Roberto Reyes, demostraron en acciones temerarias que la llama de la rebeldía estaba prendida y no se apagaría. La huelga tuvo como signo distintivo el cierre de comercios e instituciones por parte del Movimiento 26 de Julio y la respuesta de las hienas uniformadas que abrían puertas a culatazos y de esa misma forma también trataron a los dueños y empleados de los comercios y a los sospechosos de colaborar con la huelga. Nombres gloriosos como el de Manolito Pedreira (asesinado a mansalva), también Félix Oscar Mateo (a mansalva), Ángel Paz Sierra, y Ángel Páez ( herido por accidente mientras limpiaba su arma. Cuenta Lepoldo Chavez que su hermano José fue asesinado el 2 de agosto por lo que fue la primera sangre bayamesa derramada en esas jornadas. No contentos los esbirros escenificaron la noche del terror en Bayamo el 21 de octubre de 19… en la cual jóvenes en la flor de la juventud Gilberto López(una ràfaga le arrancó la mitad del rostro) Mardonio Hechavarría Remón, Luis Felipe Lotty Osorio (su hermano Jesús , y Reynaldo Cedeño caerían en combate posteriormente) Vicente Quesada O´Connor, Idalberto Tamayo Maceo, Pedro Batista Fonseca, Rubén Nogueras Castillo y Mario Enrique Alarcón Martínez. El 21 se octubre de 1959 el pueblo bayamés honró a sus víctimas en una misa de campaña y peregrinación hasta el camposanto bayamés. Eso fue ya con la Revolución en el poder, pero en el fragor de la lucha jóvenes bayameses en La entonces Iglesia Mayor (catedral) tal como hiciera el prócer Perucho Figueredo y el maestro Manuel Muñoz en el siglo XIX entonaron las vibrantes notas de Himno de Bayamo y salieron a enfrentar a las fieras y a vengar a sus muertos.

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