Él contó a
grandes rasgos la historia de amor, de amor familiar superior al dolor y que escapa a los
estereotipos de las comedias románticas del cine.
El afán por conocer a la
chica a la que todos llaman “Luli”, a su
madre Noreivis y reencontrarnos con Andrés nos llevó otro
equipo de prensa a las últimas casas biplantas
fabricadas “por el central” en el poblado
bayamés de Julia, hermano gemelo de Mabay.
El sol del mediodía castigaba con fuerza, nos recibieron con
mucho cariño, la madre habló de la dolencia de su hija: Síndrome de Ehrlen
Danlon con una soltura y una propiedad tal que parecía una profesional de la
Salud Pública.
“Tuve que hacerlo: escuchar
con cuidado leer lo que pudiera, atenderla con esmero porque esta dolencia es
muy complicada, actualmente soy un ama de casa a quien el Estado cubano
paga un salario para que cuide a su hija, concesión para las madres cuyos hijos
sufren una discapacidad severa” , en este caso no es así pero la chica precisa
de una vigilancia extrema aunque sus
padres con dolor de su alma no la sobreprotejan.
Cuando nació, la corta talla llamó la atención de sus mayores y
los médicos, recibió atención especial por ser “bajo
peso”; el instinto paterno
fue conmovido por la alarma.
No tenía sostén cefálico ni crecía adecuadamente y ellos fueron notando una característica
singular: las articulaciones tenía una elasticidad
asombrosa, las caídas eran frecuentes, las articulaciones le dolían…
Una pediatra visitante
desde Bayamo al policlínico Pedro Sotto
Alba, los citó al hospital pediátrico General Milanés de Bayamo y allí confirmó sus sospechas: Padecía el
síndrome Ehlers Danlos (SED).
Lloraba mucho los padres
pasaban las noches en blanco, “No soy alto -recuerda Andrés- y ella me cabía
entre la cintura y el comienzo del pecho
y solo allí se dormía… llegaba muerto al central, con miedo de sufrir o
provocar un accidente pues soy soldador-pailero”…
“Ya éramos como hermanos,
no podíamos ni tener intimidad
matrimonial por la preocupación: no crecía, el vestidito del año le sirvió
justamente cuando cumplió dos, las articulaciones le dolían tanto que arrugaba
nuestros corazones, un golpe representaba un hematoma que puede durar incluso meses”, evoca Noreivis.
Una noche la vimos grave,
al llegar al policlínico, había una
visita encabezada por una viceministra de Salud Pública, ella nos llevó para el hospital infantil de Bayamo
como un caso suyo, allí fue atendida tan bien como siempre”, intercala Andrés.
“Pediatras, genetistas
neonatólogos, angiólogos, defectólogos, en especial
Vilma Rosales, la han atendido
exquisitamente y ella ha mejorado sin salir de Bayamo, doy gracias a Dios y a
los especialistas y trabajadores de la
Salud Pública; es una lástima que las
ansiedades y desvelos no nos hayan permitido indagar acerca de muchas personas
que nos ayudaron y ni siquiera sabemos los nombres”, apunta este recio
trabajador azucarero.
Una niña con uniforme de
secundaria, un poco bajita para su edad, llegó, saludó a todos y corrió a asearse y almorzar.
Después, acaparó la
charla, es simpática, expresiva, muy popular entre la gente de su edad: “Si
hubieran preguntado por ´la niña de goma´ enseguida hubieran dado conmigo”.
-¿No te molesta el mote?
“¡Qué va! Sé que tengo
una piel diferente, como si fuera terciopelo o seda, muy delicada.. Mis
amiguitos siempre me buscan, me dicen que doble las articulaciones o los dedos
hacia atrás o que me roce con la lengua la
punta de la nariz …soy una niña normal, que aprende como cualquiera… quiero ser
maestra, porque he tenido muy buenos profesores y si pudiera serlo de Historia o Biología sería muy feliz.
“¿Los dolores?, sí muchas
veces los tengo pero mis padres y yo los
vamos remediando con mentoles o medicinas, mis médicos en especial la genetista Alicia
La O me han permitido con sus
tratamientos una buena calidad de vida.
“Ya tengo 13 años espero con
ansia el cambio de edad (asumo que habla de
la pubertad) para ver si me trae perjuicio o beneficio, pero soy muy
optimista!”
En el portal, nos
despiden; antes de la partida, Noreivis y Andrés apretujan a Luli, ella sube al carro
con nosotros y la dejamos frente a la
secundaria local … en nuestras retinas queda la imagen de tres personas, fortalecidas por la ternura y la esperanza.
El Síndrome de Ehlers Danlos (SED)
hace referencia a un grupo de enfermedades genéticas hereditarias que afectan
al tejido conectivo, el cual tiene la función de mantener unidos entre sí a los
demás tejidos del organismo, proporcionar sostén y dar apoyo a muchas partes
del cuerpo como la piel, las articulaciones, los vasos sanguíneos y los órganos
internos.
Debido a un funcionamiento inadecuado
de las enzimas que sintetizan el colágeno, la proteína encargada de mantener
unidos los tejidos del organismo, las personas afectadas por este síndrome
suelen presentar hiper laxitud articular, hiper extensibilidad de la piel (piel
que se estira y se daña fácilmente) y fragilidad de los tejidos.
Otros síntomas asociados al SED son
dolor articular, fatiga, difícil cicatrización y curación deficiente de las
heridas, pies planos, piel muy suave y aterciopelada, problemas de visión, etc.
Se han descrito diferentes tipos de
SED, variando los síntomas en función del órgano que se encuentre más afectado.
Además, los síntomas de cada uno de los tipos de la enfermedad se pueden
manifestar con diferentes grados de intensidad, de una forma moderada en unos
casos o muy severa en otros.
Según datos publicados por la Asociación
Síndrome de Ehlers Danlos e Hiperlaxitud (, se calcula que, en conjunto, el SED
afecta a 1 persona cada 5.000-10.000 nacimientos.
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