Con
esa pasión con que los del gremio periodístico ahondamos en cualquier suceso,
especialmente si tiene relevancia en el ámbito
nacional o internacional, como ahora el deceso de Fidel que ha conmocionado al
orbe, me puse a revisar vivencias y recortes
de publicaciones que rememoran el espacio vital, político e histórico de Fidel que
desde su subida a la Sierra y hasta hoy trasciende a su tiempo.
Lo
primero que oí, con unos pocos años fueron reflejos de sus hazañas contadas por
mis vecinos de boca en boca, como las
tradiciones, a partir del hecho real de haberlas escuchado por Radio Rebelde.
“Dicen
que atacó a La Plata”, “Ahora anda por Uvero”, “Derrotó a los guardias en El
Jigue” , “Se fue Batista”, Ya está en Santiago”,
pero entonces lo oí por primera vez, con su voz ronca e increíblemente clara,
llamando a la Huelga general para frustrar
la traición de los golpistas
encabezados por Eulogio Cantillo y el magistrado Piedra.
Pero
a nuestro juicio es la Literatura, forjada
a golpes de Historia, la que nos lo devuelve íntegro, inmortal.
Jesús Orta Ruiz emocionó a los cubanos con
su Marcha triunfal del Ejército rebelde; con su propia voz por las ondas
radiales (…) ¡Fidel, fidelísimo retoño martiano,/asombro de América, titán de
la hazaña,/que desde las cumbres quemó las espinas del llano,/y ahora riega
orquídeas, flores de montaña!/
Y esto que las hieles se volvieran miel/
se llama…/ ¡Fidel!/ Y esto que la
ortiga se hiciera clavel,/
se llama… ¡Fidel!/Y esto que mi Patria
no sea un sombrío cuartel,/ se llama ¡Fidel!/ Y esto que la
bestia fuera derrotada por el bien del hombre,/y esto, esto que la sombra se
volviera luz,/esto tiene un nombre, sólo tiene un nombre… ¡Fidel
Castro Ruz!
Después supe del Che, seducido de la gran
obra y que como todo enamorado se vuelve poeta o saca las fibras más sensibles
de su intelecto e inspiración; desde antes de
la partida del Granma, aun llamando a Fidel “Ardiente profeta de la
aurora” fue él un guerrillero de poesía mayor con versos proféticos y
definitivos.
(…)
“Vámonos,/ derrotando afrentas con la frente/ plena de martianas estrellas
insurrectas,/ juremos lograr el triunfo o encontrar la muerte./ Y si en nuestro
camino se interpone el hierro,/ pedimos un sudario de cubanas lágrimas/ para
que se cubran los guerrilleros huesos/ en el tránsito a la historia americana./
Nada
más.”
(
México, 1956, a punto de partir
hacia Cuba en la expedición el yate Granma)
Pero
quizás nadie como Carilda Oliver Labra, en condiciones muy riesgosas para ella
por la represión batistiana al leer el reportaje de Herbert Matthews, reportero
de New York Times y que era la confirmación de que el líder insurrecto estaba
vivo y que la lucha continuaría, cuando El gobierno de Batista afirmaba que el
joven revolucionario había muerto. (¡cuántas veces lo mataron en sueños)
Y Carilda se convertiría en el primer
poeta que levantaba su voz para cantarle al líder de la hazaña emancipadora,
con emoción de mujer bella, intelectual y desde entonces comprometida con la Revolución
“Gracias por ser de verdad,
gracias por hacernos hombres,
gracias por cuidar los nombres
que tiene la libertad.
gracias por hacernos hombres,
gracias por cuidar los nombres
que tiene la libertad.
Gracias por tu dignidad,
gracias por tu rifle fiel,
por tu pluma y tu papel,
por tu ingle de varón.
gracias por tu rifle fiel,
por tu pluma y tu papel,
por tu ingle de varón.
Gracias por tu corazón.
¡Gracias por todo, Fidel!”
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