Ya
es inusual ver un sastre en Bayamo, ya
el arte de crear prendas de vestir principalmente masculinas artesanalmente de acuerdo con las medidas y
preferencias de cada cliente, se convierte en un oficio arrinconado en la
memoria de los hijos de esta tierra.
Ya
ese ritual de ver a un oficial probando una chaqueta al revés hilvanada con
hilo claro, preferiblemente blanco; para
después coserla como una verdadera obra de arte ante una máquina de pedal se
pierde entre las brumas del tiempo.
Tampoco
puede verse sentado a la puerta buscando el fresco de la tarde o el momento de menor
actividad para “candelillar” una prenda pues curiosamente sartor quiere decir sastre
en latín y una de las teorías que indican el origen de la palabra es que contrayendo el músculo
sartorio se logra la posición típica de trabajo del sastre: sentado con las
piernas cruzadas.
La extinta revista Carteles tenía una sección de modas y modos masculinos bajo el nombre de sartoriales.
No
voy a referirme a antecedentes tan remotos como que 1877 se registra la
actividad de 100 sastres en la capital cubana, ni a la Manzana de Gómez y otros
lugares capitalinos o de Sancti Spíritus, cuna de la guayabera.
Me
referiré solo a esta porción de Cuba y a los sastres con quienes
alguna vez crucé alguna mirada o alguna palabra, a aquellos que hicieron
florecer la elegancia típica del bayamés.
Recuerdo
al sastre García en la calle Cisneros, vecino del recién fallecido zapatero Noe
Castellanos, a Antonio, en la calle Masó, a Chanito en los portales de la calle
Figueredo y más recientemente a Vida, vecino de este por la calle Manuel del
Socorro. A todos ellos y a otros cuyos nombres escapan a mi retentiva y que confío
que algún internauta conocedor nos lo
revele, dedico este post en agradecimiento por ejercer con tanto acierto tan
necesario oficio.
Hoy
los atelieres absorbieron el trabajo del sastre ya aquí no hay como encargar un
buen traje, a menos que sea en esos recintos
y ahí se fundieron los oficios de sastre modisto(a) o diseñador, pero pongámoslo
en boca del famoso Cristóbal Balenciaga.
“El
sastre es un hombre que se dedica a cortar y confeccionar a medida ropa de
hombre, especialmente trajes y camisas. Lo que quizá no sepáis, es que también
existe el término sastra para referirse a esta profesión cuando quien la
realiza es una mujer.
La
modista es una mujer cuyo oficio es hacer prendas de vestir, generalmente de
mujer aunque también de hombre. La modista diseña, “patrona”, crea prototipos,
elije tejidos, corta, ajusta, confecciona… En este caso, el término modisto,
que se utiliza cuando es un hombre quien tiene esta profesión, está más
generalizado que en el caso de la sastra.
La
costurera es quien cose las prendas. A diferencia del sastre o la modista, la
costurera ni diseña ni patrona. Recibe las prendas ya cortadas y su trabajo es
coserlas según las indicaciones que reciba.
El
diseñador/a es, como la propia palabra indica, el que diseña. Es la persona
creativa que lleva las ideas al papel y dibuja los modelos que serán elaborados
a posteriori. El diseñador no tiene por qué saber “patronar” o coser, aunque en
mi opinión lo ideal es que un diseñador sepa llevar a cabo todos los pasos de
la elaboración de una prenda.
Como
dato curioso el compositor y guitarrista Pepe Sánchez, creador del bolero, era sastre
con clientela abundante y llevaba ese oficio junto con la música, mezcla que
despertó admiración y el asombro.
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