Hace muy poco el guajiro José Luis recibió la visita de una parienta apenas estrenada en redes sociales, quien le recomendó seguir varios perfiles y de pronto dijo: ¡“Carlos Lazo es un descara´o”!
Se asombró el campesino, conocedor de Lazo en la lucha contra el bloqueo y por la normalización de las relaciones entre EEUU y Cuba desde la plataforma Puentes de amor. Y empezó a explicar razones.
“¡Esos son odiadores e imitadores !, prima”, aclaró.
Los ataques de esos grupos va de la ofensa verbal al intento de agresión física cada vez que Puentes…convoca una caminata, “bicicletada” o acción para ayudar a Cuba en el plano nacional e internacional.
“Depórtenlo, ¡es comunista, agente del gobierno cubano!”, vociferan quienes pretenden dinamitar los puentes. Es imprescindible el testimonio de Lizzie, la esposa: “Una cosa es que se metan con Carlos y conmigo difamando a más no poder, pero muy diferente es que atenten con intrigas no corroboradas a iniciativas que tratan de ayudar a nuestra Patria (…) quienes se llenan la boca con infamias, utilizan sus redes sociales para meterle la mano en el bolsillo a sus seguidores con el único objetivo del beneficio personal. ¡¡¡Dios no permita nunca que semejante calaña caiga en Cuba!!!”.
Pero… ¿quién es en realidad Carlos Lazo? ¡un emigrante que marchó en pos de mejoría económica, que cumple sus compromisos con el país que lo acogió, pero no olvida los adeudos espirituales con el que lo vio nacer! algo imperdonable para quienes prefieren ver borrada del mapa a Cuba socialista.
En Iraq, como enfermero, Lazo recibió una Estrella de Bronce, “por salvar vidas iraquíes y norteamericanas en el campo de batalla”. .. en el pecho lleva otra “condecoración”; las cicatrices invisibles de aquella guerra. Entonces le escribió a Biden y este ¡le contestó!... pero en fría misiva… la correspondencia devino gélida cuando Lazo pidió a Biden reconsiderar el injusto bloqueo. Después nada de nada.
El activista piensa y actúa con claridad meridiana: “Ninguna promesa de ´libertad´ me hará olvidar mi esencia, ni hacerme odiar o desearle mal a aquellos a los que dije: “¡Choca esos cinco!”. Esa “libertad” sería una prisión amarga (…). El odio grita alto y el amor susurra, pero prevalece”.
“Estoy unido a mi gente por un cordón umbilical. Ni quiero ni puedo bloquearlos. Así son las cosas de allá, de donde vengo. ¡Con ellos, hasta el fondo! Para ellos siempre es ¡abierto! y ¡a partir en dos el masarreal como cuando éramos chicos!”
Al regresar de Iraq, en 2005, me hice una promesa: lucharía siempre para que, entre Cuba y USA, nunca ocurriera aquel pandemónium.
Por eso José Luis se empeña en desentrañar para su prima las patrañas ocultas en las redes.